La fuerza seguía apoderándose de mi. Era una sensación nueva. Poderosa. Las imágenes de mi pequeña princesa habían desaparecido. La tenía que encontrar cuanto antes. En aquel momento no tenía miedo a Astra. Sabía que ella la retenía. Sabía que sus dedos estaban manchados con la sangre perpetua. No me importaba. Las nubes se juntaron encima de mí. Sentía como el calor y la electricidad flotaban en el ambiente e inundaban mi cuerpo. Era una sensación mágica. Una experiencia única, indescriptible. Todo a mi alrededor se veía pequeño e insignificante. La furia no me había abandonado. Era capaz de matar por mi hermana. Los instintos salvajes se habían apoderado totalmente de mí.
-Poderoso eres- me habló otra vez aquella voz.

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