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martes, 16 de junio de 2015

Reseña en el Blog La Puerta de los Libros Infinitos



Podréis encontrar una nueva reseña de "El Bosque Sin Luz" en el blog de La Puerta de los Libros Infinitos! 



Es un blog muy interesante dónde podréis encontrar multitud de recomendaciones y está gestionado por Ester, una lectora valiente que siempre acepta nuevos desafios.

Gracias por esta crítica constructiva mostrando lo que te gusta y lo que no.

Un abrazo! 

martes, 3 de marzo de 2015

Librerías en Madrid Capital!

Buenas noticias!! Ya son tres los sitios dónde se podrá encontrar El Bosque Sin Luz en la capital de Madrid: 

  • Zona Ventas
  • Quiosco y Libros: C/ Ricardo Ortiz 4
  • Zona Pueblo Nuevo
  • Papelería Summa: c/ Ezequiel Solana 102
  • Zona Embajadores
  • Librería La Ronda: c/ Ronda de Atocha 26


lunes, 2 de marzo de 2015

La Kriticona- Reseña Literaria

La Kriticona es periodista y crítica literaria. Su blog es increible y ampliamente seguido en muchos países. Siempre sincera y mordaz, no se corta de decir sus opiniones más sinceras sobre cada libro que lee. 
Muchas gracias Patricia- Kriticona por haber leído El Bosque Sin Luz y haber realizado esta crítica.



jueves, 22 de enero de 2015

Página web El Bosque Sin Luz

Con mucha mucha alegría os presento un gran proyecto:







En esta página web podréis encontrar curiosidades, personajes, fotos con ubicaciones del bosque y también ¡como conseguir un ejemplar!


Muchas gracias a Grupo Mengio por tan maravillosa web

domingo, 11 de enero de 2015

El Bosque Sin Luz ya está a la venta!!!

Con mucha alegría os informo que El Bosque Sin Luz ya se encuentra en formato libro papel y por el momento lo podréis encontrar en las siguientes librerías en Madrid (España):



Villaviciosa de Odón:
Librería Dickens Centro Comercial Villacenter, Avda Príncipe de Asturias 129
Libreria Bishop : Calle Nueva 26

Boadilla del Monte
Paper World: Calle Jose Antonio 47
BIMPI Librería-Papelería Avda Siglo XXI ,14
Punto y Goma Papelería - Librería : Avda. Isabel de Farnesio 18

Majadahonda:
Montero Papelería - Librería: Avda. Reyes Católicos 8

Pozuelo:
Librería Fortunata c/ Atenas 2

Librería Zepol: Plaza Mayor s/n
Librería DonPapel : c/ Sagunto 20



Móstoles:
Librería Dominguez : C/ Cid Campeador 8

Librería Plumier: c/ Roma 6



Alcorcón:
Librería Fabula: Avda Lisboa 8 Posterior

Librería J3M: c/ Vizcaya 2

Fuenlabrada
Librería Letras: c/ San Francisco Javier 1
Librería Feli: c/ Dinamarca 1



Madrid Zona Ventas:
Quisco y Libros: C/ Ricardo Ortiz 4

Pronto estará en más y también en las bases de datos de Fnac y Casa del Libro


jueves, 20 de marzo de 2014

Aparición del Bosque Sin Luz en el blog Zona Excentrica


Muchísimas gracias a Judith por la increíble entrada aparecida en el Blog Zona Excentrica.
Es un blog altamente recomendable donde encontrareis mil y una cosas interesantes :)

Espero que muy pronto te animes a leerlo y encontrar una reseña tuya!

Un abrazo!


jueves, 13 de marzo de 2014

Entrevista La Calavera Intelectual

Cece y su increíble blog La Calavera Intelectual se han interesado por el Bosque Sin Luz.. como y dónde surgió y anécdotas varias..

Todo lo encontraréis en su blog! así como otras muchas cosas más! blog muy recomendable!

http://lacalaveraintelectual.blogspot.com.es/


martes, 17 de diciembre de 2013

Ya está a la venta EL BOSQUE SIN LUZ- Oscuridad

Lo podréis encontrar en Amazon para Kindle.. quién no tenga kindle es posible en smartphone, tablet u ordenador, bajarse la aplicación gratuita Kindle y allí se podrá leer!!


EEUU:  http://www.amazon.com/dp/B00HD304F8

MÉXICO: https://www.amazon.com.mx/dp/B00HD304F8

ESPAÑA: https://www.amazon.es/dp/B00HD304F8

UK: https://www.amazon.co.uk/dp/B00HD304F8

ITALIA: https://www.amazon.it/dp/B00HD304F8



lunes, 16 de diciembre de 2013

sábado, 19 de enero de 2013

2013!!!


¿Cuáles son vuestros objetivos para el 2013? Espero que se os cumplan todos vuestros deseos!
¿Comenzó bien el año? ¿ya habéis cumplido algún deseo?
Mis objetivos para este año... publicar El Bosque Sin Luz para que podáis leer la historia entera.. y acabar el Bosque Sin Luz II !! espero daros buenas noticias a lo largo de estos meses...
Un abrazo para todos los duendecillos que recorren estos bosques!


miércoles, 19 de diciembre de 2012

Felices fiestas!

El Bosque Sin Luz os desea Felices Fiestas!!! :) que paséis muchas alegrías  hoy , mañana y SIEMPREEE!!
Un gran abrazo


martes, 19 de junio de 2012

Adelantos..

Como bien sabéis... el final del Bosque Sin Luz es todo un misterio... espero que algún día lo podáis descubrir.. y como también sabéis Erwan.. el pequeño ser.. Asks.. El caballo de fuego.. la pequeña náyade.. están en búsqueda de editorial!! :) con la historia entera y renovada..

Pero aquí tenéis un pequeño adelanto de.. Bosque Sin Luz II...


"La partida fue dolorosa. No por ello nos podíamos quedar quietos. Debíamos reemprender el camino. Teníamos que buscar el anunciado oráculo. Para ello era necesario cruzar buena parte del bosque. Estaba demasiado cansado y las heridas que tenía me estaban quemando y agotando mis energías. No tenía ganas de continuar. Mis ánimos estaban por los suelos. Odalyn estaba a mi lado, eso me hacía feliz, pero no era suficiente. Añoraba mi vida anterior. Pronto sería mi cumpleaños y lo iba a pasar perdido en el bosque. Me acordé de mis padres. Miré a mí alrededor. Estaba demasiado lejos de casa. Lo más probable es que no les volviese a ver. Me sentía vacío. "

lunes, 16 de abril de 2012

Últimas noticias......!

La historia del bosque está concluida.. y en búsqueda de editorial interesada.... está llena de nuevas situaciones y nuevos peligros... nuevos personajes... 

La segunda parte del bosque.. pronto estará en camino..!!!


viernes, 27 de enero de 2012

Preguntas..

¿Quién será la muchacha de los ojos verdes?, ¿cómo se acercarán a la ciudad de Astra sin ser descubiertos??
Esta todo demasiado tranquilo... ¿Será acaso una trampa??
La calma que precede a la tempestad... la música tétrica de un violín sigue sonando... algo se acerca!!


jueves, 8 de diciembre de 2011

Hasta pronto

Buenos días para todos los duendecillos del bosque!!

El crecimiento del Bosque continua.. La magia no se apaga.. los misterios no desaparecen.. las cosas no se quedan aquí!! :), la historia ha sido desarrollada a parte.. con más misterios, más escenas y más curiosidades... en un manuscrito que espero terminar relativamente pronto. Espero encontrar alguna editorial interesada en mi proyecto y así poder ofreceros la historia completa. 

Toda la historia está bajo registro en propiedad intelectual, (incluido el blog claro) :), así que puedo seguir trabajando en ello para poder ofreceros El Bosque en estado puro. 

Un abrazo muy fuerte y os comentaré las novedades!!

Que la magia fluya por los árboles de un mes frío y lleno de cuentos, 


jueves, 24 de noviembre de 2011

La ciudad de Astra

Cuando se me pasó del todo el efecto seguimos avanzando.  Me seguía sintiendo poderoso. Mis manos brillaban. Era un brillo leve, casi imperceptible, pero no habían vuelto a su estado normal. Eso me hacía recordar una y otra vez que lo que había sucedido era cierto. Kaysa me miraba con cierto temor. El pequeño ser estaba pensativo. El silencio se había adueñado del ambiente.

martes, 22 de noviembre de 2011

Alma oscura

Cuando estuve lo suficientemente cargado, los rayos cesaron. La bestia que había despertado en mí se estaba apaciguando. Sentía como una parte importante de mí se había desarrollado. Me sentía más completo que antes. Menos perdido. Tenía un objetivo claro. No sabía que pasaría después. En esos momentos no me importaba. Quería salvar a mi pequeña princesa. Si luego toda la cólera de la élite se cernía sobre mí, no me importaba. Tampoco las maldiciones. Tenía la mente despejada para mi objetivo.
-Esto no es bueno- dijo la náyade haciéndome volver a la realidad.
-¿El qué?- la pregunté extrañado.
-Los rayos, se asocian a lo malo. Es así desde la antigüedad. El poder de controlar los fenómenos eléctricos siempre lo han tenido los magos oscuros Erwan- me dijo muy seria- Skule tiene ese poder- añadió después de una pausa.
- Eso no significa que yo tenga un alma oscura- repliqué mirando al pequeño ser.
- Puede- dijo lentamente Kaysa- pero tampoco es buena señal-.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Tempestad

La fuerza seguía apoderándose de mi. Era una sensación nueva. Poderosa. Las imágenes de mi pequeña princesa habían desaparecido. La tenía que encontrar cuanto antes. En aquel momento no tenía miedo a Astra. Sabía que ella la retenía. Sabía que sus dedos estaban manchados con la sangre perpetua. No me importaba. Las nubes se  juntaron encima de mí. Sentía como el calor y la electricidad flotaban en el ambiente e inundaban mi cuerpo. Era una sensación mágica. Una experiencia única, indescriptible. Todo a mi alrededor se veía pequeño e insignificante. La furia no me había abandonado. Era capaz de matar por mi hermana. Los instintos salvajes se habían apoderado totalmente de mí.
-Poderoso eres- me habló otra vez aquella voz. 

martes, 15 de noviembre de 2011

Furia


Kaysa me cogió la cara con las manos. Me miró con serenidad. Mi mente se lleno de océanos en calma. El sonido de las olas amansó un poco mi dolor. Me puse en pie. Tenía que seguir mi camino. Debíamos salvarla. No sabíamos dónde se encontraba. No sabíamos que había tras ese puente. Me daba igual. La rescataría costase lo que costase. Su vida era más importante que la mía. Tan frágil, tan inocente.
Mis pies eran de plomo en aquel momento. Les obligué a avanzar. El dolor fue menguando. En su lugar estaba naciendo otro sentimiento. Una extraña sensibilidad. Mi temperatura corporal estaba subiendo. Mis sentidos se estaban agudizando. Kaysa se alejó asustada. Sentí como la furia se apoderaba de mi interior. Mis pulsaciones aumentaban. Mi respiración se hacía más fuerte. Me sentía mejor. 

lunes, 14 de noviembre de 2011

Astra

Axel pasó de largo. No nos había visto. Suspiré profundamente. Kaysa y Balder se habían quedado totalmente congelados. No entendían cómo no nos había visto. Tampoco yo sabía cómo reaccionar.
-No te voy a estar salvando siempre- le volvió a repetir aquella voz- de hecho, puede que esta sea la última vez- y una melodiosa risa se apagó en mi cabeza.
-Prosigamos, no volverá.- respondí de manera agresiva. La náyade me miró extraña, sabía que estaba escondiendo algo. El pequeño ser ni siquiera me miró, parecía molesto también. Yo volvía a ser un cobarde, pero no sabía que decirles. Las pequeñas serpientes saltaban de un lado hacia otro del puente. Era bastante incómodo esquivarlas. Teníamos que prestar mucha atención, pero después del susto de Axel, nos parecía un juego de niños.
No avanzamos mucho más, cuando de repente Kaysa se detuvo.
-Escondeos- gritó con todas sus fuerzas- acercaos a la madera lo máximo que podáis- su voz sonaba con una angustia infinita- se agarró fuertemente a una tabla de madera de la barandilla- mimetizaros con el puente- exhaló en un último intento de llamar nuestra atención.
El pequeño ser y yo nos miramos y rápidamente la hicimos caso. Pocos segundos después el líquido de la ciénaga comenzó a moverse. Una imagen se proyectó por todas las superficies líquidas cercanas. Era Astra. El miedo me paralizó.




viernes, 11 de noviembre de 2011

Una sombra en el cielo... una voz en la cabeza...

Lo único sólido del puente eran las barandillas. El resto de las tablas parecían podridas. Algunas estaban  rotas, otras no, pero ninguna me inspiraba confianza.
-No nos queda otra- dijo la náyade- es el único camino que hemos encontrado y no podemos perder más tiempo- continúo, y después de un instante de reflexión añadió- además siento que nos vigilan, algo malo se acerca-
-La idea no me entusiasma, pero estoy de acuerdo contigo- la contesté- vamos adelante- y di el primer paso.
El pequeño ser siguió tras de mi y Kaysa cerró la marcha. Tenía que expandir las piernas y andar apoyando cada pierna en una de las barandillas. Era bastante complicado. La náyade tenía los mismos problemas que yo. Teníamos la esperanza de que no fuese un camino muy largo. Por su parte, Balder se encontraba cómodo, sus pequeños pies cabían sin problemas en una de las barandillas laterales. Una sonrisa nació en mis labios. No recordaba la última vez que eso había pasado. 
De repente, un escalofrío recorrió mi cuerpo. Había algo que mis ojos no llegaban a ver, pero mis sentidos si que notaban. Una sombra lejana apareció en el cielo. A mi cabeza tan solo vino un nombre. Axel. Estábamos a bastante distancia de tierra firme. No teníamos dónde escondernos. 
-¿Otra vez metiéndote en problemas?- escuché una voz aterciopelada en mi mente. 

jueves, 10 de noviembre de 2011

Viejo puente

La vuelta a la realidad del  camino no fue fácil. Me había acostumbrado al agua y a los pasadizos, que a pesar de ser oscuros, era menos tétricos. El bosque estaba lleno de maldad, magia negra y hechizos mal intencionados a medio hacer. No había atisbo de esperanza. Además, allí nuestros enemigos nos podían descubrirnos con más facilidad. De repente, me acorde de Axel. Tan solo había visto su sombra pero bastó para que se me helase la sangre. Pensar en sus poderosas alas, hacía que todo mi cuerpo se estremeciese de terror.
 Un viejo puente a punto de derrumbarse nos esperaba.


miércoles, 9 de noviembre de 2011

Brillo de flechas

Estábamos escondidos cerca de la orilla. Entre los matorrales y las piedras. Todavía no estaba lo suficientemente fuerte como para poder caminar sin problemas. El pequeño ser intentaba aliviar mis dolores. Allí dónde me había mordido la poderosa serpiente, ahora había una gran cicatriz. En esa zona la piel se había quedado muerta y helada. Parecía que iba a tener  aquella cicatriz de por vida. Me estremecía solo de pensarlo.
La náyade por su parte había creado minúsculas esferas de cristal. Estaban llenas de agua. Podían resistir mucho tiempo sin estropearse, y servirían a Kaysa para mantenerse húmeda. Llevaba días ocupada con aquellos conjuros. En sus descansos venía a verme y me contaba leyendas e historias sobre el agua. Ella sí que conoció la época de la luz y los colores. En sus ojos se denotaba nostalgia por los tiempos pasados. Me mostró tanta confianza que una vez más me sentí cobarde. No podía desvelar el misterio de los ojos verdes. Tampoco sabría como explicarlo.
Cuando ya me encontraba un poco mejor, comenzamos a practicar con el arco. Kaysa me proporcionó flechas normales. Las que rescató de la cueva las tenía bien escondidas. No me reveló el por qué. Lo que sí me percaté, era que a pesar de que estaban escondidas, brillaban. Iba a ser complicado pasar desapercibidos con ellas. Despertaban mi fascinación.

martes, 8 de noviembre de 2011

Cobarde

-Levanta, te vi abrir los ojos hace unos minutos- escuché en mi mente la voz del pequeño ser. La escuché con alegría. Dejé que inundase todos mis sentidos. Era de lo más reconfortante. Busqué la luz en sus palabras. Busqué el significado de la vida.
-Aquí estoy- escuché decir a mi propia voz- no me voy a ningún lado- a lo que el pequeño ser se acercó aún más a mí y me dio un abrazo. Sentí un cariño profundo. Aquel sentimiento me hizo abrir los ojos y poco a poco levantarme.
-Antes te vi abrir los ojos- dijo lentamente el pequeño ser- fue un momento fugaz, pero no eras tu- bajó la voz. No eran tus ojos- se estremeció.
-¿Cómo que no eran mis ojos?- pregunté asustado mirando su expresión.
-Tus ojos están llenos de luz, no hay pensamientos oscuros en ellos- dijo sin dejar de mirarme- en cambio estos eran sombríos, fríos y calculadores. Diría incluso que más oscuros, casi negros-.
-No entiendo muy bien lo que estas diciendo- dije extrañado- hace un momento estaba inconsciente- claro en aquel momento me acordé súbitamente de la voz. Aquella voz que me había hablado. La que no quería dejarme marchar. Fui cobarde. No se lo confesé al pequeño ser.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Veneno

Sentí como las serpientes se acercaban. No habían desistido en el intento. La náyade seguía siendo una sirena. Por suerte podía nadar más rápido que ellas. Yo por mi parte no podía más. El veneno estaba ardiendo por todo mi cuerpo. Se había extendido con facilidad. Ya no tenía fuerzas para seguir escapando. Agarré a la náyade del brazo. Se me escapó. Creo que me cogió. No estaba del todo seguro. Todo era confuso a mi alrededor. Sentía el movimiento del agua en la cara. Procuraba mantenerme erguido, pero no podía. A pesar de estar ardiendo tenía frío. Cada vez más y más frío. Ya no sentía el agua. Había perdido la noción de tiempo y espacio. Las fuerzas de mis extremidades desaparecieron. La sensibilidad de mi piel se durmió. Los párpados me pesaban demasiado. Oscuridad.
-No te voy a dejar morir- escuché una voz lejana. Quería abrir los ojos pero no podía. Sentía que dos lápidas los habían cerrado- sigue mi voz, déjame entrar en ti- volvió a decir aquella voz. Un sonido desconocido para mí. De repente en mi mente aparecieron aquellos ojos verdes. Me hipnotizaron otra vez. No podía dejar de admirarlos. Intenté hablar. No podía. Mis labios estaban sellados.
-Te necesito para cumplir mis objetivos- susurró la voz sensual, la mirada se intensificó- no puedes morir, abre los ojos- un escalofrío recorrió mi cuerpo.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Cola de sirena

Las convulsiones empezaron a invadir mi cuerpo. Eran fuertes y me sacudían entero. Tenía que aislar el dolor en mi mente. No podía dejar que aquello perturbase mi concentración. Tenía que seguir nadando con fuerza. Las alas de Kaysa ya no estaban para ayudarnos. Miré atrás. Me horroricé. Las serpientes habían formado una gran espiral. Ahora todas estaban tan coordinadas que parecían una sola. Cuando se dieron cuenta de que les estaba mirando, hicieron que la gran serpiente sonriera. Me estremecí entero. Sin dejar de moverse comenzó a abrir la boca. En ella nació un gran colmillo. Grité de miedo. Si uno pequeño estaba teniendo terribles consecuencias sobre mí. No me quería imaginar la tortura que supondría que aquel diente puntiagudo y lleno de veneno penetrase en la carne.
La vista se me estaba nublando. Miré a Kaysa, dado que su velocidad había descendido, podía alcanzarla. La cogí de una pierna. Se dio la vuelta. Hasta aquel entonces no se había fijado en mi estado. Vi pánico escrito en sus ojos. El pequeño ser me observó. Miró detrás. La atrocidad que le supuso ver a la serpiente se hizo evidente. Agarró a la náyade de la pierna que tenía libre y empezó a entonar un cántico. Con el movimiento de su boca se formaron pequeños remolinos. Se deslizaron por el agua hasta llegar a las piernas de Kaysa. Tuve que soltarme de allí. La presión que ejercían sobre las piernas era fortísima. De la nada se formó una cola de sirena.


miércoles, 2 de noviembre de 2011

Alas transformadas

A lo lejos vi como el pequeño ser se acercaba a Kaysa. Mi visión estaba tan nublada que parecía que estaba en un sueño. Notaba como el veneno que me había inyectado la serpiente se expandía poco a poco por todo mi cuerpo. Miré atrás. Aquellos pequeños monstruos no habían cesado en su persecución. Por suerte, si mi intuición no fallaba ya habíamos pasado la barrera de la mitad de la distancia. La superficie no quedaba muy lejana. Allí por fin no podríamos despedir de ellas.
Cuando volvía mirar al frente vi como el pequeño ser había formado un embudo con sus manos. Soplaba sin parar hacia la náyade. Al cabo de un rato comenzó a salir un polvo rojizo. Tenía el mismo color que su sangre. En un primer momento me asusté.
Poco a poco, el polvo se fue depositando sobre Kaysa. Donde más se concentró fue en sus dañadas alas. Destellos de luz rojiza empezaron a curar las alas. Cuando ya estuvieron totalmente curadas, comenzaron a empequeñecer. Rápidamente se adentraron en su espalda y desaparecieron. Kaysa había recuperado toda su movilidad. El problema surgió cuando nos dimos cuenta que debido a este cambio, nuestra velocidad había amainado. De esta manera las serpientes nos alcanzarían enseguida. Mi ilusión de llegar sanos y salvos a la orilla se había evaporado en un segundo. 

martes, 1 de noviembre de 2011

Colmillo anclado

Las serpientes negras formaron pequeños remolinos. Se movían con gran agilidad. Querían formar una corriente que nos succionase. Así, estaríamos a su disposición y podrían hacer con nosotros lo que quisiesen. No podíamos permitirlo. Procuré nadar más rápido. Llegué a la altura de la náyade. Estaba demasiado cansada. Sus alas se estaban deshaciendo. Los desgarros que tenía en ellas, la estaban debilitando. Más que una ayuda eran una carga. A pesar de ello era más rápida que yo. Intenté mantenerme a su altura. Teníamos que hacer algo. Nadábamos sin rumbo. Teníamos que hacer algo o las serpientes nos alcanzarían.  Miré a Kaysa. Me devolvió su mirada. Parecía que había envejecido muchos años. Estaba demasiado cansada. Me coloqué a su lado. Puse mi mano en su cuerpo. Tenía que transmitirla mi energía de alguna manera. Me concentré. Nada. Cero. Me sentí frustrado.
Mientras pensaba que hacer, sentí una fuerte mordedura. El tobillo me comenzó a arder de dolor. Miré abajo. Una de las serpientes me había alcanzado. Vi su pequeño colmillo incrustado en mi piel. Mi temperatura corporal comenzó a subir. El sudor se adueñaba de mi cuerpo. La garganta se me secaba. No era capaz de general ningún tipo de saliva. Pánico.  

lunes, 31 de octubre de 2011

Mancha negra

Luces negras empezaron a surgir de la nada. El agujero de la cueva se transformó en un concierto de sonidos. Estaba angustiado por lo que pudiese pasar a continuación. Quería ir a buscar a la náyade. Todo se estaba tornando oscuro. Los sonidos eran pesados, penetrantes. Decidí esperar un poco más. En cualquier momento Kaysa aparecería. Justo cuando decidí entrar. La náyade salió disparada. Tenía las alas desgarradas por todos lados. En los brazos multitud de arañazos y sangre seca.
-¡Nadad deprisa!- gritó desesperada, mientras pasaba a nuestro lado veloz. Alargó el brazo y sin más explicaciones empezó a nadar entre las ruinas. Seguí sus pasos. No sabía que había pasado, pero prefería no arriesgarme.
Cuando apenas estábamos en la mitad de aquel conjunto de piedras, una marea negra salió de la cueva. Se movía con agilidad y directa hacia nosotros. El miedo se apoderó de mí. No podía distinguir muy bien que era aquello. No me importaba. Teníamos que salir de allí cuanto antes.  La mancha negra se aproximaba a una velocidad muy superior de lo que yo imaginaba. Tenía que nadar más rápido si quería escapar de ello. Avancé. Nadé con desesperación. La siguiente vez que me di la vuelta. La sangre se me heló. Habían ganado terreno. No estaban muy lejos. Pequeñas serpientes negras nos perseguían. Parecían hambrientas. Un gran escalofrío recorrió mi cuerpo. 

viernes, 28 de octubre de 2011

Preguntas

-¿Quién es la muchacha de los ojos verdes?- pregunté al pequeño ser una vez calmado.
-No lo se- me contestó, por fin me había abierto la puerta de su mente. Eso debía significar que ya no estaba enfadado. Me alegré.
-¿Pertenece a la Élite?- volví a insistir.
- Los miembros de la Élite tienen problemas reproductivos, hasta dónde yo se nunca han tenido descendencia, sin embargo viven los siglos de los siglos. Envejecen muy lentamente- me explicó- pero ella tan solo es una muchacha, no tendrá más de quince años. No se de dónde ha salido, ni por que apareció en la imagen-
-¿Es peligrosa?- pregunté por último, a lo que el pequeño ser levantó los hombros en señal de indecisión.
No hablamos más. Me había acostumbrado a nuestras conversaciones cortas. Intensas. Y, nuestros silencios. Esperamos pacientemente a que saliese Kaysa de aquella cueva. No entendía por qué tardaba tanto. ¿Acaso había corrido algún peligro?.  Me estaba inquietando. Cuando ya no pude aguantar más, me acerqué a la cueva. El pequeño ser me siguió. Estábamos indecisos. La náyade nos había prohibido el paso, sin embargo, estaba preocupado por ella. 

jueves, 27 de octubre de 2011

Sueños

No se ni cómo perdimos de vista a las sirenas. Nadábamos como si nos fuese la vida en ello.  Pronto nos encontramos en un espacio amplio y descubierto. Kaysa no decía nada. Ni siquiera me dirigía la mirada. Estaba ausente y enfadada.  A pesar de que no estaba muy seguro de lo que había pasado, podía comprender su enfado. Parece ser que ella sola se había tenido que enfrentar a todas las sirenas. Tenía demasiadas lagunas en la cabeza. Estaba confundido.
Llevábamos horas nadando sin parar. Estaba exhausto, pero no me atrevía a decir nada. Nunca la había visto tan enfurecida.  No paramos hasta que nos acercamos a unas extrañas ruinas. Había columnas destrozadas por todas partes. Todo parecía tranquilo. No había peligros por ningún lado.  Por primera vez en horas, Kaysa me miró.
-Quédate aquí, es un lugar sagrado- me indicó y, haciendo un gesto brusco con la mano me paró.
No muy lejos de allí había una cueva. Se adentraba en el suelo. Según se adentró, una luz celeste se expandió por toda la llanura. Después de eso, oscuridad y silencio. Miré al pequeño ser, tampoco me había dicho nada. Intenté comunicarme con él, pero su mente estaba cerrada. Intuyendo que el encontrar las flechas iba a suponer bastante tiempo, cerré los ojos. Me dormí en aquel mismo instante. Soñé con aquellos ojos verdes, no podía sacármelos de la cabeza. Las imágenes iban acompañadas del dulce canto de las sirenas.
-Ven a mí- escuché una voz- sabes que me deseas, sabes que me anhelas- prosiguió la voz- ven a mí-.
Me desperté sobresaltado. ¿Acaso me habían hablado aquellos ojos?. Estaba acelerado.


miércoles, 26 de octubre de 2011

Ojos verdes

Tenía un nudo inmenso en la garganta. Quería gritar y no podía. Quería huir y no podía. Tres individuos de la élite estaban ante mí. Tan temerosos, tan oscuros. La maldad y la magia negra respiraban por cada poro de su piel.  Uno de ellos me miraba constantemente, los otros tres miraban lo que me rodeaba. Probablemente estaban tanteando dónde me encontraba. Tenía que huir de allí. De repente me acordé de la náyade y del pequeño ser. No recordaba nada, hacía muchas horas que no les veía. Pensé unos segundos. Rebusqué en mi mente. Tan solo recordaba colores llamativos y voces angelicales. Ahora era todo oscuro, como antes. Era extraño. No sabía si había sido un sueño. O quizás la realidad. Tendría que hablar con mis compañeros.
Una sonrisa se dibujó en los labios del ser más alto. Satisfecho por lo descubierto, empezó a desaparecer. Justo en el momento que iban a desvanecerse por completo, una figura adolescente apareció en el plano. Se asomó por detrás de ellos, una chica. El abundante flequillo negro de su frente no tapaba unos grandes ojos esmeralda. Tampoco los tapaban sus horquillas con forma de hojas.  Me estaba observando. Las facciones perfectas de su cara revelaban pensamientos malignos.  La mujer de la élite se dio la vuelta y gritó algo. La muchacha desapareció al instante, no sin antes dejar una huella helada en mi mente y en mi cuerpo. Después de eso, las imágenes desaparecieron.Todo volvió a ser oscuro. La densa agua que me rodeaba, el suelo, los seres microscópicos, todo negro.
La náyade se encontraba enfrente, a mi lado unas sirenas impactadas por lo visto. El pequeño ser apareció de la nada. Todo era confuso, no sabía que había sucedido.  

martes, 25 de octubre de 2011

Sanguijuelas

Kaysa empezó a mover las alas más rápido. Se formaron unas corrientes extras que fluían por debajo del torbellino. Con ello intentaba desestabilizar a su rival. Lanzó un par de embistes contra ella. Todos acabaron en fracaso. El tridente era más poderoso de lo que la náyade esperaba.  La sirena se movía con agilidad y conseguía parar todos sus ataques. Aquello la estaba empezando a frustrar. 
Hizo crecer un brazo largo por la derecha, cuando la sirena estaba centrada en repeler el ataque, una pierna de agua creció por la izquierda. Aquello la pilló por sorpresa. Dio una vuelta rápida, arqueó su cuerpo. Giró hacia la izquierda. Por pura suerte consiguió salvarse de los ataques de Kaysa. Visto el peligro, las demás sirenas empezaron a conjurar nubarrones de colores. Kaysa tenía que darse prisa en desarmar a su adversaria de aquel tridente. Probablemente no podría con todas a la vez. Agitó sus alas una vez más, esta vez con más fuerza. La furia se había apoderado de ella. Desde tiempos inmemoriales las sirenas eran las peores enemigas de las náyades del agua.  
Mientras agitaba sus alas, aparecieron peces en ellas. Eran pequeñitos, en realidad se parecían más bien a pequeñas sanguijuelas, que a peces. Eran oscuros como el carbón. Se movían con mucha agilidad. Se desplazaron hacia los bordes de las alas, que era dónde residía la energía. Kaysa dio unos aleteos más, y los animales se liberaron en la dirección dónde se encontraban las sirenas. En esta ocasión ni el tridente las podía ayudar. Los animales cargados de energía y electricidad se pegaron al cuerpo de la sirena, la cual se retorció por las descargas. 
Sin poder evitarlo uno de los pequeños animales fue volando hacia mí. Rebotó en mi frente y volvió hacia Kaysa. Justo en el momento que tocó sus alas se formó un triángulo de electricidad entre la náyade, la sirena de pelo corto y mi cuerpo. Todo se empezó a volver oscuro. Mi mente se quedó nublada por unos segundos. Sentía como si me hubiese despertado de un sueño. No tuve tiempo a más. Unas figuras comenzaron a formarse dentro del triángulo. De la nada aparecieron tres personas. Me estremecí entero. Sudores fríos poblaron mi cuerpo. Ansiedad. Miedo. Desesperación. La élite nos había descubierto.

lunes, 24 de octubre de 2011

Duelo de agua

Unas espléndidas alas compuestas de agua. Los bordes estaban inyectados en electricidad. Kaysa se quedó tan sorprendida como las sirenas, pero supo actuar con más rapidez. Enseguida les encontró una utilidad. Comenzó a dar vueltas sobre sí misma. A su alrededor se formó un torbellino de agua. Las sirenas se echaron atrás para no verse arrastradas por la corriente. Cuando el torbellino fue lo suficientemente fuerte como para tener vida propia, las alas de Kaysa dejaron de moverse y como consecuencia su cuerpo también. Se quedó quieta mirando a las sirenas. A pesar de que se encontraba en el centro del torbellino, este no ejercía ningún poder sobre ella. Estaba invariable en el centro.
Levantó pausadamente el brazo para no interferir con la corriente. Las sirenas la miraban alarmadas, sobre todo su contrincante de pelo corto. Cuando su brazo estuvo a suficiente altura, lo alargó y expandió los dedos de la mano. Según concluyó este último gesto, un saliente de agua nació del torbellino. Se estiró hasta imitar su mano. Con movimientos muy bruscos el brazo creciente comenzó a emular los gestos que hacía su dueña. Al principio fueron movimientos inocentes, pero cuanta más seguridad fue cogiendo la náyade, más pesados y peligrosos se hacían sus movimientos. 

viernes, 21 de octubre de 2011

Cambios inesperados

El cuerpo de Kaysa se comenzó a convulsionar. Eran movimientos de enfado, de furia. Normalmente era muy tranquila, pero aquella sirena había tocado su fibra sensible. Además estaban en el agua, el medio natural de ambas. Aquello prometía ser un duelo en toda regla. Los nubarrones que habían apresado a la náyade no hacían más que soltarla descargas eléctricas, a pesar de ello, consiguió de alguna manera canalizar algunos de los chispazos para conseguir su propia potencia.  Sin ella saberlo, se estaba produciendo una revolución en su propio cuerpo.
La electricidad la estaba torturando, pero a la vez se sentía poderosa. Era una sensación extraña. La sirena estaba tranquila. Pensaba que estaba todo echo. Se dio la vuelta para volver con sus compañeras. Grandísimo error. Kaysa cerró los ojos, la potencia de las descargas se había intensificado. Su largo cabello negro se estaba poniendo de punta. De sus ojos salían chispas. Era una imagen terrorífica e inquietante. Se produjo una fuerte detonación. Se removió todo el agua a nuestro alrededor. Fuertes corrientes arrastraron todo lo que había en el fondo. Los animales salieron despedidos por todos lados y muchas algas pequeñas fueron arrancadas. Kaysa se retorció una vez más. De repente, se estiró lo máximo que pudo, un dolor intenso en la espalda la dejó casi inconsciente. Algo estaba creciendo en su espalda .  El dolor la subió a la cabeza. En aquel momento las descargas eléctricas eran el menor de sus problemas. El dolor aumentó hasta que asomó una lágrima en su mejilla. Cuando aquella lágrima tocó el suelo, unas magnificas alas aparecieron en su espalda.

jueves, 20 de octubre de 2011

Nubarrones rosáceos

Estaba soñando. Totalmente embaucado por aquello que me rodeaba. Nunca en la vida había estado en una situación similar. Imaginaba que era una especie de paraíso. Me estaban llevando hacia otro lado, al lado contrario al que habían ido la náyade y el pequeño ser. Me percaté de ello, pero no me suponía ningún problema. Estaba totalmente embrujado. Nadar entre aquella belleza llenaba mi espíritu de alegría.
A lo lejos distinguí a la náyade, iba nadando hacia mí a mucha velocidad. Tal vez la había molestado que cambiase sus planes. En ese momento todo me parecía armonioso, incluso su supuesto enfado. Cuando estuvo cerca se adentró entre las sirenas. Al principio la dejaron pero justo cuando iba a llegar a mi lado, las sirenas la empujaron hacia unas rocas. Ni me inmuté, lo vi de lo más normal. La náyade se enfureció, y se levantó rápidamente. Se dirigió otra vez hacia el círculo protector que habían formado entorno a mí. No la dejaban llegar hasta mí. Mientras, mi única reacción fue sentarme en el suelo a esperar que iba a suceder. Viendo que no había manera pacífica de dialogar con ellas, la náyade materializó su arco. Busqué el mío. Me tranquilicé sabiendo que estaba a salvo en mi espalda.
Viendo que Kaysa se había puesto a la defensiva, la sirena pelirroja le hizo un gesto a una de sus compañeras. De entre las sombras salió una espectacular mujer de pelo corto.


martes, 18 de octubre de 2011

Aparición de colores

Estaba concentrado en los pequeños animales blancos. La mayoría tenían muchas patas, parecían crustáceos. Se movían de manera lenta. Todos tenían las mismas características. A pesar de sus grandes ojos rojos, parecía que estaban ciegos. Las grandes antenas que salían de sus cabezas, parecían satélites en busca de obstáculos. Estaba totalmente hipnotizado con aquellas criaturas. Parecían no mágicas, y eso me fascinaba, por fin algo de normalidad en mi vida. 
Avancé un poco más, siempre siguiendo a la náyade y al pequeño ser. Un poco más allá los colores empezaron a aparecer. Rosas, verdes, anaranjados. Todos los tonos alegres aparecieron ante mí. Me pareció todo muy extraño, miré a mis compañeros. Ellos seguían nadando como si nada. Quise preguntarles, pero no me oirían, estaban demasiado lejos. Nunca había visto algo tan colorido. Me sentí atraído por ello. Ralenticé mis movimientos. Siempre nadábamos en línea recta, así que pensé que no pasaría nada si me retrasaba. Una sonrisa se dibujó en mi cara. Observar todo aquello era de lo más relajante. La vida tranquila se encontraba ante mis ojos. Cada vez me sentía más relajado. A lo lejos escuché un canto. La melodía más dulce jamás soñada. Levanté los ojos buscando el origen. Algo se acercaba nadando hacia mi. Algo muy bello y lleno de luz. Me detuve por completo. Anhelaba a aquella criatura. Cuando la pude distinguir del todo, mis ojos no pudieron apartarse de ella. Una muchacha de largos cabellos rojos se encontraba delante de mí. Su sonrisa era tan inocente que parecía   la hija de un ser puro, de un dios de la naturaleza. Sus grandes ojos azules contrastaban con el azul del agua. No tenía piernas, tan solo una larga cola de pez. Con rápidos movimientos llamó a más sirenas. Pronto estuve rodeado por ellas. Cada cual más bella. Debía ser el humano más afortunado del universo entero. 

lunes, 17 de octubre de 2011

Parálisis

De la nada apareció el pequeño ser. Levantó las manos hasta alinearlas con su cabeza. Lo hizo todo con un movimiento muy lento. Se estiró lo máximo que pudo. Repentinamente bajó los brazos hasta abajo y se agachó hasta formar una bola. Una luz se proyectó encima de su cabeza. Adoptó la forma de una perfecta circunferencia. Empezó a girar sobre sí misma y se precipitó contra las algas.
En cuanto tocó la primera, la bola se hizo añicos. Se expandió por toda la superficie y se adentró en el campo de algas. Estas se quedaron inmovilizadas. Parecía como si se hubiesen dormido y tan solo se dedicasen a flotar en el aire. Se movían a poca intensidad. El alga que quería atacarme volvió a su lugar de origen. Miré a los demás. Se encontraban en buen estado. Kaysa bajó la guardia. El arco que tenía en las manos desapareció. El mio en cambio permaneció en mis manos.
-¿Por qué sigue aquí este arco?- pregunté a la náyade.
-Eres el arquero real- me contestó Kaysa sorprendida por la pregunta.
-El arquero ¿qué?- inquirí- no se utilizarlo, ni tan siquiera se como se sujeta- la contesté indignado.
- Eso va a ser un problema entonces- parecía preocupada- tu fuiste predestinado como el arquero salvador, Erwan es lo que significa- frunció el ceño- debemos ir a buscar tus flechas-.
-Pues vamos mal entonces- refunfuñe por lo bajo para que no me escuchase.
Para evadirse de aquel contratiempo comenzó a nadar de manera elegante. Nos hizo un gesto para que la siguiésemos. El agua era su medio natural, así que adquirió tal velocidad que apenas eramos capaces de verla. No la había preguntado hacía dónde nadábamos, me imaginé que íbamos a buscar las flechas que nombró justo antes de empezar a nadar. Procuré concentrarme en todo lo que nos rodeaba. Nadábamos muy pegados al fondo, con lo cual había todo tipo de vegetales marinos. Por desgracia, lo que un día seguramente fue colorido y lleno de vida, ahora era negro o grisáceo. Los pequeños animales que salían de allí eran de color blanco, con grandes ojos rojos. Normalmente no nos hacían caso. Ni siquiera nos miraban cuando pasaba a su lado y movía las plantas marinas, haciendo que saliesen de su hogar. Aquel era un mundo muy extraño, totalmente diferente al mio.

viernes, 14 de octubre de 2011

Algas

Kaysa llegó de repente.  No sabía ni de dónde había salido, ni en que momento, pero me alegró verla.  Estaba demasiado ocupado vigilando las algas eléctricas como para fijarme en sus movimientos. Cuando la segunda descarga eléctrica estaba a punto de producirse una flecha la atravesó. Me quedé atónito. Había disparado una flecha inyectada en fuego. La miré con los ojos bien abiertos. Tenía en sus manos un poderoso arco. Se movía con mucha agilidad.
Las demás algas reaccionaron al impacto de sus hermanas. Empezaron a moverse con rapidez y a atacarnos por todos lados.  Eran demasiadas. La pequeña náyade era veloz, pero no tanto como para poder con todas. Yo no podía tocarlas porque me daban fuertes calambrazos. Mis poderes estaban tocados, no entendía por qué pero no podía usarlos. Me movía hacia la derecha, después hacia la izquierda. Nadaba dando vueltas. En el agua mi agilidad era mayor, incluso mi velocidad era más grande. El problema radicaba en que no sabía si iba a poder seguir ese ritmo durante mucho tiempo.
Me acerqué a la náyade lo máximo que pude. Cuando estaba a tan solo un metro de distancia, las algas se movieron con más furia que nunca. Era demasiado complicado esquivarlas. En un movimiento rápido, Kaysa me tiró su arco. Yo no sabía que hacer con él, nunca había disparado una flecha. La miré preocupado, ahora ella se había quedado desprovista de armas.  Pocos segundos después, su cuerpo comenzó a brillar y a expulsar un tipo extraño de electricidad, su brazo se alargó, y de el nació un nuevo arco. Si no fuese porque estaba siendo atacado, me quedaría totalmente boquiabierto. Un nuevo brote de alga se acercaba hacía mí. Quería atacarme. 

jueves, 13 de octubre de 2011

Fondo del agua

Cerré los ojos. Parecíamos marionetas en un circo salvaje. Estaba mareado. El torbellino nos había tragado por completo. Girábamos con tal violencia que sentía como mi estómago bailaba la danza del fuego. Además, la succión era muy fuerte. Cada vez estábamos más cerca del agujero principal.
El pequeño ser fue el primero en pasar por el agujero, la náyade entró poco después. A mi me costó un poco más. Era más grande que los demás y me quedé encajado. Al final la presión ejercida por el agua hizo estallar unas cuantas rocas. Fragmentos de piedras salieron por todos lados. Uno me golpeó la cabeza. El dolor me estremeció, pero no lo suficiente como para dejarme inconsciente. Aún así mi cuerpo pasó con mucha dificultad por el agujero. Cuando por fin estuve al otro lado, sentí la libertad plena. Libertad de movimientos e incluso libertad de pensamiento. Mis ojos todavía no se habían acostumbrado a la oscuridad, pero sentir el cuerpo tan liviano me llenaba de gozo. Tenía que buscar a los demás. Moví mi cabeza de un lado hacia otro. Esperaba recuperar la visión pronto. Después de tres movimientos de cabeza más, mi visión se volvió más nítida.
Me quedé petrificado ante la imagen que tenía enfrente. Multitud de algas negras se mecían de un lado a otro. Estaban llenas de pequeñas espinas. Se entrelazaban unas con otras formando un complejo laberinto. La tierra de la que nacían, era totalmente negra. Estaba formada por una arena muy fina. Me acerqué para contemplarla. Me parecía fascinante. En cuanto toqué el suelo una alga se entrelazó en mi pierna. Me dio una fuerte descarga eléctrica. Tenía que quitármela de encima. Pasaron unos segundos, una nueva descarga se produjo. Esta vez era más fuerte.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Torbellino

Cuando nos sumergimos, pequeñas explosiones de luz se produjeron en el pecho de Kaysa. Sus ojos se abrieron y cerraron rápidamente. Se alejó de mis brazos. Un remolino de agua nació a su alrededor. Todo se movía con tal armonía que parecía un melodioso recital.  Poco a poco despertó.
Desprendía una energía tan desbordante que nos contagió a todos. Nos sonrió agradecida y enseguida se fue al fondo del calabozo. Empezó a buscar algo. La acompañamos, pero nos quedamos mirando. No sabíamos que hacía, ni que debíamos hacer nosotros.  Al fin, llegó al hueco por donde salía el agua. Era muy pequeño, su cara denotaba preocupación. Se quedó pensando unos segundos. Empezó a girar sobre sí misma otra vez. Se acercó al insignificante agujero. Lo tocó con un pie mientras seguía girando. Debido a la presión y al movimiento rápido, el agujero inició su extensión. Era mágico ver aquello. Cuando hizo un agujero medianamente aceptable, paró de girar. El agua comenzó a salir con más violencia. Se inundó toda la estancia en cuestión de segundos. Cuando el agua dejó de tener espacio para expandirse, se formó un gran torbellino. Los anillos que lo formaban eran poderosos. Nos empezaron a arrastrar hacia ellos. No teníamos donde sujetarnos. La presión ejercida era demasiado grande. Nos vimos arrastrados con violencia hacia el fondo. Empezamos a girar. La cabeza me daba mil vueltas. Me sentía como si me cayese al precipicio. El torbellino nos succionó hasta que nos adentramos en el agujero.


martes, 11 de octubre de 2011

Burbujas de aire

Las burbujas cada vez eran más violentas. Siempre que explotaban cerca de mi cara, emanaban un ácido que hacía que mi piel se irritase. Procuraba elevar lo máximo a Kaysa, para que el agua no la hiriese. El pequeño ser se subió a mi espalda. Era demasiado bajito para tocar el suelo. Por un momento se concentró y empezó a hablar un lenguaje extraño. No fueron muchas palabras las que dijo, pero sí parecían muy cortantes. Del agua aparecieron tres burbujas gigantes. Estas al contrario que las anteriores no explotaron. Se limitaron a posarse sobre nuestras cabezas. Crecieron de tamaño, y empezaron a filtrarse en nuestras cabezas. Pronto la cabeza entera se nos quedó cubierta por las burbujas. Cuando me di cuenta de que aquello servía para respirar, comencé a sentir cierta molestia en la garganta. La burbuja se había ceñido tanto a ella que me costaba respirar. Me estaba estrangulando.
El aire cada vez se volvía más pesado. Miré a los demás, les estaba sucediendo lo mismo. Quizás el pequeño ser se hubiese equivocado con su conjuro. No quería soltar a la náyade, así que no tenía como aflojarme la presión. Repentinamente, la burbuja estalló. Esto no alivió mi presión. Unos segundos después la presión se convirtió en escozor. Después me empezó a quemar. Grité. Una hendidura apareció en mi piel. Más tarde otra, y poco después otra más. Miré al pequeño ser aterrado.
- Branquias- su voz retumbó en mi mente, y me miró con mucha quietud- ahora métete en el agua antes de que te seques y te quedes sin oxígeno- volvió a sonar su voz. 

lunes, 10 de octubre de 2011

La llamada de la Dama

La náyade cada vez estaba más débil. No teníamos más opción que volver al calabozo. Probablemente habría una salida. El agua tenía que salir de algún lado, y eso significaba que tenía que haber un agujero que llevaba hacia alguna parte. Asks había escuchado la llamada de la Dama Blanca. Estaba intentando coger las máximas fuerzas posibles para reunirse con ella. Mientras estaba mirando la mejor manera de coger a la náyade, una luz blanca apareció en el horizonte. Era la llamada de la Dama. Asks se acercó hacia allí. Inclinó la cabeza y desapareció totalmente.
-La magia empleada es muy fuerte- me dijo el pequeño ser- muy ancestral-.
-Aún me impresiona cuando hablas conmigo- sonreí-  Ahora tenemos que centrarnos en salir de aquí, supongo que Asks se las podrá arreglar-.
-Debemos ir hacia el agua, luego allí se nos ocurrirá algo- sugirió el pequeño ser y cortó toda la comunicación.
Nos acercamos a la puerta, y nos preparamos para zambullirnos. Cuando entramos en la cueva, los fantasmas habían desaparecido. El agua estaba más oscura que nunca. Nos llegaba hasta la cintura. Cuando nos adentramos los dos, empezaron a salir burbujas. Se hacían más grandes a cada segundo. O se nos ocurría algo pronto, o no podríamos aguantar la respiración bajo el agua, la cual subía de nivel a mucha velocidad.        

sábado, 8 de octubre de 2011

Bilocación confusa

Luz. El agua recorría mis pulmones. Todo estaba borroso. Tosí tan violentamente que pensé que no iba a poder contarlo. Las imágenes de la danza del fuego volvían a mi cabeza una y otra vez. Tosí otra vez. Una nueva sacudida me estremeció. La luz brillante se apagó. Las imágenes se iban aclarando. El pequeño ser estaba a mi lado. De alguna manera me había sacado de aquel calabozo. Estaba angustiado. En cuanto pude hablar le conté lo sucedido. Empecé por el fuego. Más tarde le contaría lo que pasó en el calabozo. Se quedó preocupado. La tensión se apoderó del ambiente. Definitivamente había sufrido una bilocación. No sabíamos si había sido real o imaginaria. Si representaba algo, o simplemente había presenciado un ritual de alguna tribu lejana. 

jueves, 6 de octubre de 2011

La luz guía

Aquella mano seguía en mi campo de visión. Intenté alcanzarla, pero cada vez que me movía escuchaba el aterrador aullido de los seres atrapados en el hielo. Debía llegar hasta el cuarto fantasma. Era mi deber. Alargué la mano. Un tacto frió me congeló. Comencé a viajar en el tiempo. Pero yo no quería. Cerré mi mente. La bloquee con un muro de hielo. No era suficiente, me imaginé fuego. Coloqué una serie de trampas mentales para que no llegase a mi esencia. Era complicado, agotador. Me estaba consumiendo mas rápidamente. La mano se estaba dispersando, debía cogerla antes de que fuese demasiado tarde. No podía dejar que se fuese.
Toqué algo. Quizás tan solo en mi imaginación. Quizás en mi desesperación, pero sujetaba algo. Me aferré a ese pensamiento. Mi cuerpo cayó al agua. Tragué mucho líquido. Mis pulmones se llenaron, me estaba ahogando. El fantasma todavía quería llevarme a aquel viaje. Yo no quería permitírselo. Oscuridad. Algo de luz, una figura distante. Oscuridad. Abrí los ojos a duras penas. Cogí aquella mano. Oscuridad. Abrí nuevamente los ojos, veía luz al fondo. Era como un túnel cilíndrico, con una luz al final. Quería llegar a aquella luz. Corrí veloz. Noté como mi cuerpo era arrastrado contra las rocas. Algunas se me clavaron en los músculos pero no me importó. Tan solo quería la luz. Me obsesioné con ella. Oscuridad otra vez. Dolor, estaba magullado, mi mente estaba al límite. Mis sensaciones eran inexistentes.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Viajando por los confines de los enigmas

Hielo. Bloques poderosos flotaban en el mar. Ahora viajaba a lugares lejanos. Estaba volando por encima del hielo. Había llegado hasta la madre de todos los hielos. Era tan grande y consistente que era imposible romperla. De ella se iban desprendiendo pequeños trozos que caían al mar violentamente. Era algo impresionante estar allí. De momento no había sentido dolor, ni angustia de nadie. Quizás tuviese un pequeño espejismo de tranquilidad. Aquella sensación duró poco. Muy cerca había paredes muy altas hechas del mismo material. Allí se encontraban seres congelados. Eran animales, algunos de los que se encontraban allí eran simples crías. Tan solo podían mover los ojos y la boca. Comenzaron a lanzar aullidos sollozantes. Las crías no podían llorar, las lágrimas se habían convertido en hielo. Les miré a los ojos, el suplicio que nadaba en ellos era sobrecogedor. Sentí una empatía con ellos muy grande. Una vez más mis manos estaban atadas. No podía ayudarles. Mi alma se había roto en mil pedazos. La esencia de su dolor había penetrado en mi piel y sentía como me estaba consumiendo.
Pude abrir los ojos un momento. El agua oscura me estaba llegando hasta la barbilla. No sería capaz de salir de allí y atravesar a todos los fantasmas. O bien me ahogaba en la pena o en el agua. El tercer fantasma me quería llevar nuevamente hacia el hielo, pero intenté resistirme. Mi mente vagaba entre las tinieblas. Era semiinconsciente de lo que sucedía a mi alrededor. Una puerta se abrió ante mí. Una luz apareció. Alguien me tendió la mano. No se si la llegué a coger. El agua se estaba adentrando en mi nariz. Había subido del nivel de mi boca. Tampoco sabía si era una mano real o ficticia. Continué divagando, viajando por los confines de los enigmas.


martes, 4 de octubre de 2011

Pasaje hacia otras sensaciones

El agua estaba subiendo por momentos. Debía salir de allí. Tenía que enfrentarme a mis temores. Me preparé para correr. De forma rápida estudié la estrategia a seguir. Los huecos que se habían quedado libres. Procuré dejar la mente en blanco y me metí de lleno en un mundo de emociones. El primer fantasma que me tocó me heló la piel. Imágenes de almas perdidas y hundidas aparecieron en mi mente. Barcos encantados llenos de algas negras. Viajes por océanos oscuros llenos de tempestades. Los cuerpos extenuados de los marineros caían en cubierta. Luchaban por salvar su vida, a pesar de que ya no les pertenecía. La sombra del fin se cernía sobre ellos. Gritos suplicantes mientras se arrancaban las almas de sus cuerpos. Me sentía como si fuese uno de aquellos marineros. No podía perderme en el océano, debía avanzar, el agua oscura ya me llegaba hasta los gemelos. El siguiente fantasma me llevo hasta el desierto. Arenas movedizas surgían en la lejanía del horizonte. Una caravana de personas y animales aparecía a lo lejos. Las arenas se volvieron mates. Quería gritarles que era una trampa, no podía, los sonidos no salían de mi boca. Las risas alegres de los niños llegaron hasta mí. Grité y grité, pero nadie me oía. Las risas se transformaron en sollozos, luego en los más lastimeros llantos. Habían caído en el engaño. Las voces infantiles pidiendo auxilio se filtraron en la cabeza. La desolación me corrompía. Sentía como mis energías vitales se estaban apagando. Cada vez me costaba más respirar y mis movimientos se estaban ralentizando. Caí de rodillas. Los fantasmas no se habían movido de su sitio. Miré detrás, tan solo había atravesado a dos de ellos. Todavía me quedaba camino por recorrer. Me arrastré a gatas. Las piernas me pesaban. Me resbalé. Un golpe fuerte en la cabeza me hizo reaccionar. Tragué agua. Tenía un sabor extraño. Era demasiado amargo. Seguramente estaría contaminada con alguna sustancia. Empecé a toser con fuerza. Me estaba ahogando. Escupí con fuerza. Miré adelante. No podía mantener los ojos del todo abiertos. Dí un paso más. Iba a atravesar al tercer fantasma.

lunes, 3 de octubre de 2011

Fantasmas inalterables

En un abrir y cerrar de ojos toda la estancia se llenó de fantasmas. Algunos eran más oscuros, otros eran traslúcidos. Era impresionante la rapidez con la que se habían multiplicado. Yo estaba apoyado contra la pared. Intentaba no tocarlos para que no me traspasasen su agonía. El musgo azul había dejado de crecer. Un gran agujero se abría a mis pies. Parecía muy profundo.
Los fantasmas cada vez se encontraban más cerca de mí. Pensamientos negativos venían a mi cabeza. Momentos de tensión y angustia. Tenía que lograr salir de ahí. Quizás podría salir corriendo, era fácil atravesarles. Lo que no era tan fácil era las sensaciones que transmitían. Lo más seguro es que no fuese capaz de aguantarlo. Mi cabeza parecía un tornado de ideas que iban y venían. Ninguna me convencía del todo. Los fantasmas estaban quietos. Me estaban observando. Yo tampoco les quitaba ojo. En aquel momento me di cuenta de cuan diferentes eran todos. Eran entes no corpóreos, pero aún así tenían sus características particulares. Quizás fuesen las almas perdidas de los que murieron en aquella celda.
Mientras estaba navegando en mis pensamientos y conclusiones noté como los pies se me empezaban a mojar. Miré al suelo desconcertado. Del agujero emanaba agua. Era agua de un azul oscuro. Casi azul metálico, pero al fin y al cabo agua. Muchos trozos de musgo que había arrancado empezaron a flotar en ella. Yo estaba aturdido, los fantasmas estaban inalterables.

sábado, 1 de octubre de 2011

Sombras de musgo

Rebusqué entre las piedras del calabozo. Había algo allí que no me convencía. En la parte más alejada de la puerta, encontré musgo. Era de un color azul metalizado. Desde luego no era mío. De alguna manera tenía que haber llegado hasta allí. Quizás, al fin y al cabo podría encontrar una salida. Toqué aquel musgo con delicadeza. Su color era magnético. Estaba demasiado mullido. Intenté arrancar  un trozo. Según lo desprendí, murió. En cambio, el que estaba en el suelo se empezó a reproducir con facilidad. Justo en el momento en el que se iba a cerrar del todo el hueco vacío, una sombra salió. Era parecida a un fantasma. Me atravesó y sentí mucho dolor. Se proyectó sobre las piedras y se quedó allí quieta. Al ver que no se movía, arranqué otro trozo de musgo. Se repitió el mismo proceso. Esta vez, el fantasma que me atravesó me infligió más dolor. Empezaron a moverse. Salieron de la piedra. Se multiplicaron. Ahora había cuatro. Me habían tendido una trampa.

viernes, 30 de septiembre de 2011

Necesidad de agua

Desde luego, me sentía impotente. El pequeño ser apenas se estaba recuperando. La náyade se encontraba en un estado más que lamentable. Asks estaba estable, pero sus fuerzas también estaban mermadas. Los pequeños duendecillos permanecian impasibles. Frustrado, incompetente e inútil. Había entrado en una espiral de autocompasión Aquello no era normal en mí. Debía alejar aquellos pensamientos y pensar en soluciones. Tenía que optimizar el tiempo, tal y como me había enseñado mi padre.
Empecé a mirar a mi alrededor. El techo era demasiado alto. Quizás podía pedir a los duendecillos que conjurasen una enredadera. ¿Pero de que serviría?, una vez arriba, no tendríamos como hacer un agujero hasta la superficie.
Miré al pequeño ser, quería saber su opinión y sus ideas. Todavía estaba recuperándose. No estaba en plenas facultades. Miré a la náyade, su piel se estaba agrietando. Me empezó a pedir agua. No tenía agua para darla. Ella la necesitaba con mucha urgencia. Me puse nervioso, no había llegado hasta allí para que ahora ella se muriese. Fui corriendo al calabozo. Tenía la esperanza de que hubiese algo húmedo por allí. Al final, lo encontré, un pequeño cuenco de agua. No era suficiente, pero por el momento debería valer. Cuando volví, bebió como si le fuese la vida en ello. Me di cuenta de que el tiempo para salir de allí con vida se nos estaba acortando. Necesitaba un milagro. Volví al calabozo. Quizás allí encontrase una salida. Era una esperanza mínima, pero la verdad es que no se me ocurrían más ideas. Lo estudié a fondo. Era una zona más húmeda que las otras. De algún lado tenía que venir aquella humedad. Tan solo debía descubrirlo. Me agarré a aquella mínima creencia. No podía fallarles a los que ya consideraba como mi familia.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

El calabozo

Estaba levantado palpando la puerta cuando escuché la melodía lejana. Me estaba envolviendo de nuevo. Esta vez no era tan relajada como antes. Más bien representaba la melancolía y el dolor. Aquello no me gustó. Daba la sensación como de que el ser que estaba expulsando aquellos sonidos estaba agonizando. Clavé las manos y empujé la puerta. Mis resultados fueron nulos. Decidí trepar por las piedras.  Cuando llegué arriba del todo concentré toda mi energía en mis manos. Eran movimientos arriesgados. No tenía el equilibrio necesario.
La mano dorada se encendió con mucha fuerza. Conseguí formar un pequeño agujero en una de las piedras. Era más reducido de lo que pensaba. No podía tenerme más tiempo allí. Me deslicé hasta el suelo. Tenía que idearlo de otra manera. Encendí mi mano verde e intenté crear musgo en ella. La giré hacia arriba y apareció una cantidad elevada de musgo. Aquello me serviría de apoyo. Subí otra vez. Gracias a mi mano dorada hice más agujeros en la roca. Después de muchos intentos al fin conseguí que se desprendiese un buen fragmento de roca. Aquello debía ser suficiente para poder pasar. No tenía más fuerzas para seguir embistiendo la pared. Me empecé a deslizar hacia dentro. Era una ardua tarea, pero tenía que solventarla. Me sentí oprimido, pero debía avanzar. Cuando por fin logré cruzar al otro lado, me caí en el suelo duro.
Miré a mi alrededor, me encontraba en un especie de calabozo. Tenía el mismo aspecto que el árbol verde que había visto anteriormente. Era muy acogedor y por el centro transcurría un río. Para cruzar el río, había un puente. Estaba algo desconcertado con la imagen que tenía enfrente de mí. Me adentré decidido.  Cuando di mi segundo paso, toda aquella imagen desapareció al instante. Se transformó todo en un calabozo frío y húmedo. Una antorcha vieja apenas lo iluminaba. Enfrente de mí había alguien tumbado en el suelo. Me acerqué corriendo. La náyade descansaba en el suelo casi sin señales de vida. Estaba totalmente desnutrida. Estaba totalmente magullada.

martes, 27 de septiembre de 2011

Puerta metálica

Cuando llegué a la altura de la puerta la melodía cesó. Me quedé quieto para ver si volvía. Quería que volviese, era demasiado dulce para querer abandonarla. Quizás si abría la puerta, volvería a mí. Me había obsesionado con ella. Me resultaba sorprendente tener un sentimiento de dependencia tan grande.
Admiré la puerta. Parecía sacada de un cuento de hadas. Parecía hecha de una madera muy delicada. Me acerqué aún más para abrirla. En cuanto la toqué todo lo que había a mi alrededor desapareció. Piedras duras y frías aparecieron en su lugar. La armonía se rompió. Ante mí ya no estaba aquella puerta fabricada de fantasía. En su lugar, una gran puerta de metal azul ocupaba todo el espacio. Parecía muy pesada y resistente. Intenté abrirla con todas mis fuerzas, pero me era imposible.
Súbitamente escuché un débil quejido lastimero. Aquello aceleró mi pulso y sentí la necesidad de llegar al otro lado. Miré la puerta detenidamente, tenía que haber alguna forma para atravesarla. Me alejé para verlo todo desde mayor perspectiva. Pasaron por mi mente varias ideas. Quizás podría calentar la puerta hasta fundirla, aunque parecía demasiado resistente para ello. La siguiente idea que se me ocurrió fue encontrar algún resquicio donde la puerta fuese más débil. Otro error. Estaba perfectamente incrustada en las rocas. Un par de ideas más rondaron mi mente, pero las deseché todas. Tenía que haber una solución. Estaba convencido de ello. Como no se me ocurría ningún otro plan probé a calentar mis manos. Tal y como había predicho, no sirvió de nada. Apenas se calentó la primera capa y se produjo un pequeño arañazo. Necesitaba algo más eficiente. Me senté a pensar otra vez.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Árbol subterráneo

Regresé al lado del  pequeño ser. Tenía miedo por él. Todavía estaba inconsciente. Me senté a su lado y esperé. Debía encontrar su fuerza interior. Yo ya no podía hacer más por él.  Asks también estaba muy débil, debía ir a recargar su energía a la morada de la Dama Blanca. Pero estábamos en una especie de ratonera. No sabíamos como salir de ahí. Ignoré la melodía todo el tiempo que estuve allí sentado. Me tapaba los oídos, pero aquello no servía de nada.
Nuevamente, coloqué mi mano verde sobre Balder. Debía intentarlo una vez más. Era mi obligación curarle. Cerré los ojos, me concentré. Mi esencia sanadora se depositó en el. Se quedó en la superficie. Esta vez no penetró dentro de él. Un polvo verdoso le cubrió entero. Me desesperé.
La melodía empezó a sonar con más fuerza. Sentía su llamada. Otra vez estaba poseído por ella. Me llamaba. Empecé a caminar al otro extremo. La melodía procedía de aquella parte del pasillo que no habíamos investigado. Había rastros de comida por el suelo. Comida podrida pero al fin y al cabo alimento.  Me adentré en un oscuro pasillo. La melodía se volvió dulce. Nada iluminaba mi camino. No me importaba. Estaba poseído.
Seguí caminando. Me tropecé varias veces. Había muchas piedras en el camino. Me levanté siempre. Aquella melodía me había entusiasmado. No me importaba nada de lo que tenía a mi alrededor. Cuanto más avanzaba, más sentía el suelo mullido. Era una sensación extraña. Dado que quería saber que pasaba a mi alrededor, llamé la energía a mi mano dorada. Me iluminó el camino. Estaba lleno de musgo por todos lados. La humedad en el ambiente era tan grande que se había reproducido con mucha rapidez. Iluminé más lejos todavía, quería ver el fondo del pasillo. Distinguí una imagen extraña. Mis ojos no querían creer lo que veían. El tronco de un árbol había crecido en el interior de aquel paisaje subterráneo. Estaba recubierto de mugo por todas partes.Tenía una pequeña puerta de madera. Aceleré el paso. Quería saber hacia dónde me llevaría aquello.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Voces en la cabeza

Una nueva melodía llegó hasta mis oídos. Era tan suave como una flor y dulce como la miel.  Capaz de evadir a los mismísimos confines del planeta. Porque a pesar de que no sabía que había más allá del bosque, tenía fe en que el mundo inexplorado fuese infinito. Todos estos pensamientos fluían en conjunto con las notas de música. Moví la cabeza de un lado a otro con furia. Debía volver a la realidad.
El pequeño ser seguía convaleciente. No sabía que podía hacer. Mis energías habían disminuido. Estaba demasiado cansado para poder continuar con la sanación. Por lo menos había conseguido restablecer el flujo de su sangre. Esto había ayudado a cerrar sus heridas más internas. No quedaba mucho trabajo, por lo menos eso esperaba.  Necesitaba encontrar alguna fuente de energía alternativa.
Me levanté despacio. Investigué todo lo que había a nuestro alrededor. Me quedé desilusionado. Todo era roca. Me acerqué al pasillo por el que salieron los guardianes. Quería asegurarme de que ninguno más nos entorpecería el camino. Me adentré hasta una distancia prudencial. Pegué el oído a la pared, procuré olfatear todo, pero nada. A pesar de ello no podía relajarme. Volví sobre mis pasos.
Cuando me acerqué a mis compañeros, vi que nada había cambiado. El pequeño ser seguía inconsciente. A pesar de la rabia que tenía en mi interior, por el momento no podía hacer nada más.
Una vez más la melodía comenzó a sonar. Miré a los demás, pero no se habían inmutado. Le pregunté a Asks si lo escuchaba, pero negó con la cabeza. Estaba confuso. ¿Eran voces en mi cabeza? ¿Me estaba volviendo loco?. Miré arriba. La rosa de fuego adquirió un tono azul intenso.  La melodía se intensificó.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Canto al renacimiento

Estaba jadeando. No lograba volver a la calma. Todas aquellas reflexiones eran inquietantes. Cuando conseguí abrir los ojos me di cuenta de que me había dado un duro golpe en la cabeza. Me tanteé y mi mano se llenó de sangre. Me tenía que curar cuanto antes. Apenas tenía fuerzas para levantarme. Invoqué la fuerza a mis manos. Tenía que conseguir que el proceso de curación fuese rápido. Un débil brillo verde apareció. Lo coloqué sobre mi cabeza. Enseguida comencé a sentirme mejor.  Mis huracanes mentales habían desaparecido.
Poco a poco, me incorporé y miré a mi alrededor. Escuché nuevamente la dulce melodía. Quise seguirla. Era embriagadora. Quería quedarme en aquel estado de ensoñación eterno. Justo en el momento en el que me iba a dejar llevar por todo ello, vi al pequeño ser. Estaba malherido y apenas respiraba. Desperté en el acto. Aquello era mucho más importante que mi propia sensación de bienestar. Fui corriendo hasta su posición. Asks estaba tumbado a su lado. Estaba débil, pero se recuperaría. En cambio, el pequeño ser necesitaba una cura inmediata. Siguiendo un impulso cerré los ojos y coloqué mis dos manos encima de él. Un cántico muy grave salió de mi garganta.  Respiré profundamente. El aire llenó enteramente mis pulmones.  Aquel canto llenó toda la estancia y acalló la dulce melodía. Me llenó de energía y positivismo. Mis manos se encendieron. Primero adquirieron su particular tono verde, para después cambiar a rojo. El color se fue oscureciendo hasta adquirir la misma tonalidad que la sangre del pequeño ser. La herida era profunda. Se podía ver como la sangre empezaba a renacer y regenerarse. Parecía un río en pleno nacimiento. Salvaje e indomable. Muchos pequeños capilares rotos se empezaron a juntar. El calor de mis manos estaba realizando la labor de reconstrucción. Mientras, el pequeño ser seguía inconsciente.
El proceso de renacimiento era tedioso y doloroso. En cierta manera era bueno que el pequeño ser estuviese inconsciente. Probablemente no habría podido resistir toda la sanación. A pesar de que pasé mucho tiempo proyectándole mi energía, la herida no quería cerrarse. Había perdido mucha sangre y los brotes de nueva vida eran complicados.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Volviendo al árbol flotante

Numerosas hojas azotaban mi cara. El aire silbaba en mis oídos. Era una buena sensación. Por un segundo podía sentir la libertad. Estar bajo tierra había hecho que mi carácter empeorase.  Pero en aquel momento la lejanía de los malos espíritus me lleno de paz. Sabía que un momento así no iba a durar mucho tiempo, por eso quería saborearlo bien. Ardua tarea. Venían a mi cabeza momentos pasados. De sufrimiento y miedo. No me permitieron disfrutar del instante.
Todo aquel sometimiento sin sentido había hecho que el mundo que yo conocía fuese cruel. Todos los seres vivos habían tenido miedo a enfrentarse a la élite del mal. Habían huido al calor de sus hogares. Nadie les había plantado cara hasta ahora. Estaba dispuesto a llegar al final. Sabía que había dos desenlaces posibles, o la destrucción de ellos, o mi propia destrucción. También sabía que era mucho más probable que se cumpliese la última. No por ello iba a desfallecer. Por lo menos sería el primero que les hizo frente. Quizás detrás de mi viniesen más. Por lo menos, esa era la esperanza que aguardaba. 
Seguía flotando por el aire. Las ramas eran cada vez más livianas y mi espíritu más intrépido. Volví a aquel lugar que tantas veces había visitado en sueños. El árbol flotante. Esta vez no estaba lleno de neblina, ni el frío congelaba sus raíces. Cuando aterricé a su lado, el cielo se oscureció. Una tormenta de rayos estaba a punto de caer. Quizás eran consecuencias de mi ataque a los guardianes. La electricidad fluía por todas partes. El aire se cargó tanto que era complicado respirar. No sabía si era tan solo una ilusión o quizás un mensaje oculto. Cuando toqué la corteza, los rayos y truenos retumbaron por todas partes. Una punzada de miedo invadió mi pensamiento. La tensión eléctrica del ambiente y la tormenta no eran una buena combinación. Me eché para atrás. Mis instintos más básicos actuaron y comencé a correr para atrás. La tormenta se había acumulado entorno al árbol. De repente un rayo impactó en el centro de él. Verle atravesado de esta manera me dolió.
Algo estaba pasando, tenía que darme prisa. Los malos presentimientos se estaban apoderando de mí.

martes, 20 de septiembre de 2011

Campo electromagnético

Cogí fuerza y valentía de donde no tenía. No quedaban más piedras por los alrededores. Esta vez tenía que utilizar mi ingenio. El guardián al ver la situación de sus compañeros se enfureció. Avanzó directamente hacia mi. Suspiré profundamente. No tenía ningún plan.  Miré otra vez a mis compañeros. Su estado era lamentable.  Necesitaba concentrarme. Me agaché para recuperar fuerzas. Cuando toqué el suelo para mi satisfacción mis manos se encendieron otra vez. La mano verde empezó a absorber una energía que no sabía de donde procedía. Me sentí más fuerte. De repente un canto dulce se escuchó en el interior del pequeño pasillo. Mi mano lo absorbió y resplandeció más que nunca. Mi respiración se volvió agitada. Sentía como la vida crecía dentro de mi. Toqué el suelo. Mi mente se quedó en blanco. Mis ojos empezaron a dar vueltas. Se quedaron en blanco. Una onda de energía se expandió por toda la superficie. Creó una especie de campo electromagnético. Sentí como partículas invisibles se movían de un lado hacia otro.  Procuré solidificar mis pensamientos. Un denso musgo empezó a crecer a vertiginosa velocidad. Unió todas las partículas entre sí, y se expandió. A pesar de la sorpresa, el guardián no se dejó impresionar y avanzó hacia mí  con pesados pasos. Levanté mi mano izquierda y la luz dorada me cegó. Tuve una idea. La coloqué sobre la mano derecha, y me imaginé una tormenta. Aislé la mente de todo y tan solo me concentré en aquella imagen. Poco a poco del musgo comenzaron a salir pequeñas descargas eléctricas. Las piernas del guardián empezaron a temblar. Aumenté la intensidad. Gritos de dolor llegaron a mis oídos. Los obvié. Necesitaba centrar todos mis pensamientos en una sola cosa. Los calambres se le expandieron por todo el cuerpo. Cuando no pudo soportarlo más cayó fulminado.
Una vez más se escuchó la melodiosa voz. Todo a mi alrededor estaba en calma. Caí fulminado en un profundo sueño. Viajé lejos de allí.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Musgo y fuego verde

El monstruo estaba a poca distancia de mí. La roca estaba casi pulida. En uno de los lados tenía una punta afilada. La lancé con rabia. Durante su trayectoria empezó a girar con furia. El guardián no tuvo tiempo pare reaccionar. Le dio de lleno en el hombro. Se paró irritado. Cuando se quitó la piedra, el musgo se le quedó pegado. Quitándole importancia siguió avanzando hacia mi.  Justo cuando me iba a atacar con un nuevo zarpazo, el musgo se movió de sitio. Se deslizó hacia el cuello y comenzó a extenderse por todo el cuerpo. Su velocidad era tan rápida que el guardián no tuvo opción a arrancárselo. Pronto le cubrió todo el cuerpo. Sus movimientos se entorpecieron. Intentó golpearme pero apenas pudo levantar el brazo. Su compañero acudió a socorrerle. Dado que no podía hacer nada, se giró en mi dirección. Tenía los ojos llenos de cólera. Me asusté. Busqué más rocas a mi alrededor. Ni una encontré. Había utilizado todas las que se encontraban en aquella zona. Un vistazo rápido me bastó para localizar las demás. Estaban todas detrás del monstruo. Tenía que llegar hasta allí de alguna manera.
Miré a Asks. Comprendió mis intenciones. Empezó a moverse rápidamente de un lado a otro para confundir a su adversario. El pequeño ser seguía con sus ataques en el aire. Eran ataques pequeños pero efectivos. Con tres saltos más Asks se situó al lado de mi adversario. Tenía que ser una maniobra muy rápida. No tenía mucho tiempo antes de que el segundo guardián se abalanzase sobre el felino. No podía luchar con dos a la vez. Aproveché el momento de despiste. Rápidamente me deslicé al otro lado. Iba pegado a la pared. No podía permitir que se diesen cuenta de la estratagema. Conseguí llegar al lugar en el momento justo. Asks no podía aguantar más. La energía de su fuego estaba disminuyendo. Aquellos ataques estaban durando demasiado tiempo. Cogí dos rocas y me concentré. Empezaron a girar a mucha velocidad sobre la palma de mi mano. El monstruo se dio la vuelta. Intenté concentrarme aun más. Debía actuar con la mayor prontitud posible. Mi mano verde empezó a brillar con mucha intensidad.  Era tanta la energía que tenía acumulada que noté como la temperatura de mi cuerpo subía. Cuando la piedra estuvo casi completamente pulida una llama verde se encendió. El fuego se había encendido directamente en mi mano.  Lancé las dos piedras hacia el guardián. Una de ellas estaba cubierta de musgo y la otra de fuego. Una combinación mortal. Las puntas afiladas se clavaron en cada uno de sus hombros. Un grito desgarrador salió de su garganta.  Las llamas se extendieron. Alcanzaron al oponente del pequeño ser. Los dos cayeron fulminados en el acto. El musgo se extendió por todo su cuerpo. Les dejó inmovilizados. El fuego hizo el resto. Ya solo quedaba uno. Asks estaba en sus últimas fuerzas. EL pequeño ser yacía en el suelo con la profunda herida torturándole

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