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martes, 31 de mayo de 2011

La mano verde

Con miedo y dolor la bestia se alejó de mí. Se tumbó en el suelo a una distancia prudencial y comenzó a aullar de forma lastimera. Viendo que no iba a atacar, me apoyé en el árbol para finalmente sentarme. Tenía heridas profundas por todo el cuerpo y estaba mareado por la cantidad de sangre perdida.
El pequeño ser se quedó a medio camino, observándonos. Era tan diferente de su madre, pero al igual tan idéntico, que no podía explicármelo.
Dolorido, magullado y lleno de heridas mi cuerpo cayó a los pies del árbol. Mi mano ya no desprendía polvo dorado. No entendía muy bien lo que había sucedido. Levanté la otra mano y me quedé pensativo. Sentía como la sangre fluía a una velocidad de vértigo. Instintivamente me la acerqué a la boca y soplé. Unas pequeñas llamas verdes empezaron a salir de ella. Me quedé absorto mirándola y la apoyé en mi pierna. A los pocos segundos empecé a notar un calor agradable en la pierna, y al mirar detenidamente me di cuenta de que pequeñas llamas verdes recorrían todo mi muslo y bajaban lentamente hacía mi tobillo. A su paso se iban cicatrizando todas las heridas que me había hecho la bestia.
Puse mi mano sobre mi otra pierna, y el efecto fue el mismo. De esta manera, conseguí cerrarme todas las heridas del cuerpo, y parar así las hemorragias. Cuando las llamas verdes cesaron el pequeño ser se acercó a mi y me señaló a la bestia. Seguía tumbada con cara de dolor y tenía los ojos cerrados aunque respiraba.  Miré nuevamente al pequeño ser y me acerqué a la bestia.
Puse mi mano sobre ella y con la otra la saqué la estaca. Un aullido muy grave de dolor retumbó por todo el bosque. Tiré al estaca lejos y me concentré. De mi mano empezaron a salir grandes llamas verdes que se depositaron en ella y consiguieron pararla el sangrado. Como la herida era muy grande no conseguí cerrarla del todo. 

lunes, 30 de mayo de 2011

La bestia

Mis movimientos eran lentos pero seguros. Mis manos seguían desprendiendo destellos de luz, pero ya estaban totalmente cicatrizadas. Me habían quedado marcas extrañan en ellas, probablemente para el resto de mi vida.
Por fin llegué al final del árbol. La bestia dibujó una sonrisa en su cara y empezó a gruñir. De cerca su aspecto era más aterrador todavía, tenía unas grandes pezuñas cubiertas de espinas metálicas. Se acercó a paso lento. Sus ojos empezaron a brillar de satisfacción.
Levanté las manos y me concentré. Sople en mi mano derecha y un polvo dorado salió de ella y se depositó en mis pies. Esto hizo enfurecer a la bestia y se abalanzó sobre mí. Me tiró al suelo con el primer golpe. Me dejó aturdido y antes de que pudiese recuperarme, empezó a golpear todo mi cuerpo con su cabeza llena de pequeñas espinas. Mi dolor iba en aumento con cada golpe. Mis gritos de dolor cada vez eran más profundos.
El pequeño ser empezó a gritar también y la bestia le miró por un segundo. Aproveché esa oportunidad y me levanté lo más rápido que pude. El polvo dorado de mis pies empezó a brillar, iluminándome con una luz cegadora. La bestia se puso en alerta, pero el brillo era insoportable para ella. Rabiosa se acercó rápidamente e intentó morderme con sus colmillos, me desgarró el pantalón, pero no consiguió alcanzar mi pierna. Yo aproveché y ágilmente cogí una estaca que encontré cerca. Era mi única oportunidad, no podía fallar. Intenté atacar por un lado, pero con unos reflejos rápidos lo esquivó por escasos milímetros.
Repentinamente la luz dorada desapareció, lo que nos pilló de sorpresa a los dos. Veloz mostró sus colmillos y se dispuso a saltar sobre mí, cuando estaba a unos centímetros de mi cuello, levanté la mano ensangrentada y clavé la estaca en su estómago.

sábado, 28 de mayo de 2011

Luz blanca

Cerré los ojos con fuerza, intenté concentrarme, encontrar una solución. No tenía mucho tiempo. Abrí los ojos, sentí un nuevo quemazón en las manos. Pequeños destellos verdes recorrían mi mano derecha, y dorados mi izquierda. No entendía nada. Miré hacia abajo, los colmillos seguían reluciendo en la negrura de la noche, además, sus ojos rojos se empezaban a encender de furia. Eso era mala señal. 
A lo lejos observé como se acercaba el pequeño ser que había visto antes. Cuando se acercó lo entendí todo. La bestia era la madre furiosa. 
Cogí una liana cercana y decidí que lo mejor sería intentar llegar al árbol siguiente, y seguir avanzando de esta manera, hasta encontrar una solución. Cuando la apreté con las manos y me dispuse a saltar una luz blanca se acercó volando. Era una pequeña hada. 
-Vengo en nombre de mi señora La Dama Blanca- dijo rápidamente- ha visto lo que podría suceder y quiere evitarlo. No puedes huir, debes enfrentarte a la bestia, usa tu poder y tu habilidad, sino te perseguirá siempre- 
-¿Enfrentarme?,¿mi poder?, ¿mi habilidad?- pregunté aterrorizado.
Al segundo la pequeña hada desapareció sin darme más instrucciones. Me aferré nuevamente a la liana, pero esta se desprendió con mucha facilidad. Cogí otra y pasó lo mismo. Mi vía de escape había desaparecido en un suspiro.
Tomé una gran bocanada de aire y empecé a bajar lentamente. La bestia comprendió mis gestos y se sentó a esperar.

viernes, 27 de mayo de 2011

Huella de sangre

Miré inquieto un lugar para esconderme. Había multitud de árboles y lianas, pero nada más. El laberinto en el que había entrado era una trampa mortal. Intenté alejarme lo más que pude, pero los aullidos cada vez estaban más cerca. Avancé, me tropecé, me caí, la respiración se me cortaba por el miedo. No veía una solución rápida a mi problema. Me faltaban segundos, miré a la derecha, a la izquierda. Por todos lados el mismo paisaje.
Cogí una liana con una mano, después con la otra, empecé a trepar poco a poco. A medida que avanzaba empecé a sentir un dolor punzante en las manos. Gotas de sangre empezaron a resbalar hacia el suelo. Mis manos estaban totalmente destrozadas y la huella de mi sangre desvelaba mi escondite.
Los aullidos cesaron, mientras, yo seguía muy quieto en el árbol. Miré al suelo, pero nada había cambiado. Miré por encima de las ramas, y todo estaba oscuro, sin vida.
 Intenté tranquilizarme pero era imposible, las manos me ardían. Intenté soplar para enfriarlas, pero me empezaron a quemar más todavía. Segundos después, un estallido de luz verde salió de mi mano derecha, fue tan intenso que cerré los ojos para protegerme. Fue muy breve, y pasados unos segundos otra luz salió de mi mano izquierda. Tan intensa como la anterior pero de color dorado. La luz subió al cielo y desapareció, ¿ que había pasado? me pregunté a mi mismo, estaba confuso. Miré al suelo, un destello blanco de colmillos iluminó mi huella de sangre, mi temor se había cumplido.

jueves, 26 de mayo de 2011

El pequeño ser

Mis pasos hacia esos ojos eran pequeños pero firmes. Si había llegado mi final, lo debería asumir. Pero seguían ahí estáticos, sin parpadear. Cuando estaba a pocos centímetros de distancia me paré en seco y observé. Pero nada cambiaba. Cogí una liana y aparté las altas hierbas y todo lo demás que cubría aquellos ojos.
Mi sorpresa fue enorme cuando me encontré con una cría de extraña especie. Era parecido a un humano, pero de piel muy oscura y muy peluda. Sus ojos, al igual que sus orejas eran muy grandes y tenía dos pequeños colmillos. Fue la primera vez que se movió. Se acercó a mí con mucho cuidado. Nunca había visto nada igual, me quedé mirándolo hasta perder la noción del tiempo. Parecía muy inofensivo.
Repentinamente cerró los ojos y mostró sus colmillos, mis sentidos se pusieron alerta. Algo estaba pasando, pero todavía no sabía el qué. Un aullido llegó a mis oídos. Eso era mala señal, mi tensión empezaba a subir. No había sido buena idea acercarme a ese pequeño ser, un aullido, muy agudo empezó a aproximarse a toda velocidad.

miércoles, 25 de mayo de 2011

El principio del laberinto

Decidí partir aquella misma noche, prefería no despedirme de mis hermanos, así sería menos doloroso. Mi mochila estaba raída por todas partes, pero no habíamos tenido más tiempo. En la despensa no había demasiado, un pequeño trozo de pan y una pasta seca de jabalí deberían ser suficiente para aguantar unos días.
Nunca había tenido una sensación de pesadumbre tan grande como en el instante en el que crucé la puerta. Miré tan solo una vez para atrás, para tener todavía el valor de emprender mi huida. Sin pensarlo más me adentré entre las sombras.
Los primeros árboles me eran familiares, pero a medida que me alejaba en dirección norte, el paisaje se volvía más espeso y las lianas de los árboles me impedían el paso. Debía darme prisa y alejarme lo más posible del pueblo antes de que amaneciese, pero el laberinto que veía enfrente me desconcertaba y atrasaba.
Me detuve a descansar unos segundos y al mirar a mi alrededor, unos ojos rojos me observaban. Me entró pánico y quise correr, pero al ver que los ojos seguían estáticos me detuve y con cautela avancé.

martes, 24 de mayo de 2011

El equipaje

Y allí me encontraba, preparando el equipaje para abandonar mi hogar. Mi madre se encontraba en un rincón sollozando, y mi padre al lado de la ventana tenía la mirada perdida. Mis hermanos en cambio, ajenos a todo dormían profundamente y emanaban tranquilidad.
Estuve estudiando el mapa de la región junto con mi padre. Era complicado decidir donde ir,hacía más de trescientos años que los habitantes del bosque no habían cruzado sus fronteras, desde que la oscuridad se adueñó de todo. Los rincones que se encontraban más allá eran leyenda. Hablaban de grandes desiertos de arena, de glaciares de hielo y de mares revueltos, pero yo solo me podía imaginar la apariencia de todo aquello gracias a las imágenes de los libros.
Mi madre me señaló la zona peligrosa, la más profunda y negra, donde nadie se atrevía a ir. Mi sorpresa fue mayúscula cuando me di cuenta de que esa zona rodeaba todo el centro del bosque. Se decía que allí vivían seres aterradores. Nadie los conocía, pero quien los había intentado ver, jamás regresó para contarlo. Alguna vez algún pájaro gris traía algún hueso perteneciente al curioso. Pero nunca el cuerpo entero.

lunes, 23 de mayo de 2011

La decisión

La silla se giró lentamente y ante mis ojos apareció la mujer más bella jamás vista. Parecía como un hada salida de alguno de los cuentos que había leído en la biblioteca. Tenía el cabello dorado y muy largo, una tez blanca y delicada, como la porcelana más fina, y, sus ojos parecían un profundo océano.
Se acercó a mí y empezó a desprender una intensa luz. Puso su mano sobre mi hombro y dio una vuelta a mi alrededor. Después se paró en seco y miró a mi padre.
-Después de estar ocultándolo tantos años- hizo una breve pausa para mirarme otra vez- no nos podemos arriesgar a que lo encuentren aquí-. dijo con su dulce voz.
-¿Qué estás proponiendo?- masculló mi padre con terror en los ojos.
-Debe irse de aquí- respondió la dama con calma.
-¿Irme?- pregunté confuso.
-Imposible, si se tiene que ir, me iré con él- dijo mi padre con firmeza.
-Se debe marchar solo y esconderse, si vas tu, se levantarán sospechas de que algo extraño pasa y todo nuestro esfuerzo habrá sido en vano- le replicó la dama a mi padre.
-Es un niño- contestó mi padre mientras una lágrima le resbalaba por la mejilla.
-Es el único que no es un niño, por eso debe huir, para salvarlos a todos....- concluyó la dama y con un giró sobre si misma desapareció, dejándonos a los dos sin palabras.

jueves, 19 de mayo de 2011

El resplandor

Estuve encerrado en casa y en penumbra los dos días siguientes. Me sentía como en una jaula de oro donde no me faltaba de nada excepto libertad. Mi padre salía más que de costumbre, intentaba estar sereno pero, pequeños detalles delataban su nerviosismo. Por lo menos, mientras él no estaba, yo me sentaba en su despacho y devoraba los ejemplares de la biblioteca. Intentaba encontrar la razón de la oscuridad y la neblina de nuestro bosque. Algunos hablaban de la era anterior, donde todo eran colores y melodías, y otros hablaban de la era actual, de la oscuridad, de los sacrificios, de los maleficios y de los espíritus de la noche, pero ninguno de la transición.
Sin darme cuenta la noche llegó y mi padre todavía no aparecía. Fui a preguntar por él pero no obtuve respuesta. Tan solo deseaba que no le hubiese pasado nada, me sentía culpable por toda la inquietud que nos rodeaba.Cuando ya estaba preparándome para cenar oí la voz de mi padre en el despacho. No sabía como había llegado hasta allí pero me alegraba oír su voz. Pero no estaba solo, un leve susurro le contestaba.
Me acerqué para averiguar más, pero fui descubierto y me invitaron a entrar.
Mi padre estaba apoyado en el alfeizar de la ventana y la silla del despacho estaba dada la vuelta. Cuando me adentré un resplandor empezó a salir de la silla y un dulce canto envolvió la habitación.

miércoles, 18 de mayo de 2011

El pequeño mensajero

No pude dormir ni un segundo en toda la noche. La preocupación de haber sido descubierto me comía por dentro. Durante la comida noté que algo pasaba y mi padre me llamó al despacho nada más terminar. Tardé un rato en ir, pensando en alguna buena excusa para explicar mi indiscreción, pero tenía tantas preguntas en mi cabeza que no había sitio para explicaciones.
Por fin encontré la valentía necesaria para entrar en aquel lugar lleno de viejos libros polvorientos. Probablemente tenía más libros que todo el conjunto de habitantes del pueblo. Allí estaba él, detrás de una gran mesa de caoba y con sus intimidantes gafas apoyadas en la punta de su nariz. No me miró hasta que no me senté en frente y ahí fue cuando por segunda vez en mi vida sentí como sus ojos verdes me traspasaban el alma y alcanzaban a ver todo mi ser.
-Te has expuesto- me dijo serio, a lo que yo solo pude bajar la cabeza- no se que consecuencias tendrá esto- prosiguió lentamente- tendremos que esperar-.
-¿De dónde tienes tanta información?- me atreví a preguntar.
Hubo una pausa entre los dos, pasados unos minutos chasqueó los dedos y apareció una pequeña libélula plateada.
-Me lo ha dicho un mensajero- señaló al pequeño animal.

martes, 17 de mayo de 2011

Un atisbo de esperanza

Las horas del día siguiente se me hicieron eternas. El descubrimiento de aquel niño era volver a encontrar la esperanza de no sentirme un extraño en aquel mundo. La que se supone que era mi familia era tan diferente de mi.... con gustos tan diferentes.. aspecto.. todo.
Mi estado de ánimo cambió totalmente cuando las luces de día empezaron a esconderse. Esperé pacientemente hasta que todo el mundo se fue a dormir y salí a hurtadillas.
Volví a la misma casa que la noche anterior, y el niño estaba allí, no había sido un sueño. Me acerqué a otras casas e imágenes parecidas se mostraban ante mí. Lo que no llegaba a entender es porque solo había niños. Ninguno tenía más de diez años, ¿era yo el único que había llegado a los dieciséis años?.
Me quedé tan absorto en esos pensamientos que perdí la noción del tiempo. Y poco a poco un nuevo amanecer aparecía.

lunes, 16 de mayo de 2011

A la luz de las llamas

En el camino de vuelta, vi una pequeña luz en una casa cercana. Me acerqué y me asomé a la ventana. Miré adentro con mucha cautela con miedo a ser descubierto. Cuando conseguí aclarar mi visión algo sorprendente ocurrió. Apareció la imagen de un niño pequeño jugando cerca de unas llamas. Hasta entonces yo creía que era el único humano. Esta visión cambiaba todos mis pensamientos, tenía que investigar más sobre el pueblo.
Miré a mi alrededor, el amanecer pronto llegaría, tenía que volver a casa antes que los demás se despertasen. Pensaba volver la noche siguiente...

domingo, 15 de mayo de 2011

Colores muertos

Después de andar una noche más entre las sombras intenté llegar un poco más lejos de lo que me estaba permitido, quería visitar el pueblo del que me estaban ocultando. Con mucha precaución para no llamar la atención me adentré y observe cada rincón. Había multitud de flores pequeñas, que comprendían todas las tonalidades posibles de grises; siempre me había imaginado que las flores de allí serían de colores vivos, pero era todo tan triste como donde yo vivía.
Me gustaría saber porque es todo así, una vez conseguí un libro interesante de historia. Allí se hablaba de un mundo totalmente diferente al que yo conocía, lleno de vida, colores y risas. Ahora no había luz, todos los días cuando me levantaba por la mañana una neblina gris lo cubría todo. Hacía tiempo que no había escuchado una risa, incluso las aguas del río habían dejado de cantar con sus suaves movimientos, y el silbar de los árboles se había vuelto mudo.

sábado, 14 de mayo de 2011

Años sin salir a la luz

No entendía porque llevaba años sin poder salir a la luz..
Aunque no eran de mi raza.. los pequeños duendes me habían criado como si fuese unos de sus hijos, con la diferencia de que ellos podían hacer vida normal y yo tan solo podía salir por las noches y siempre buscando la sombra de la luna..
Me habían contado que los humanos como yo estaban a punto de desaparecer, por una parte me daba miedo, pero por otra ¿estaría ocultándome el resto de mi vida? , incluso nuestra casa estaba alejada del resto del pueblo de los pequeños duendes.. Yo no entendía nada, nunca nadie me quiso explicar nada.. Estaba confuso.