Páginas vistas

jueves, 30 de junio de 2011

Conexión mental

Me desperté de mi pequeño descanso con una sensación muy extraña. Algo me inquietaba. Miré a mi alrededor y seguía en el mismo sitio. El pequeño ser estaba dormido a mi lado y el diminuto riachuelo expulsaba agua poco a poco. Me levanté y me mojé la cara. ¿A qué se debían todas esas imágenes?, no sabía si eran imágenes pasadas, presentes o futuras.
- Las gotas negras te han afectado mucho- oí una voz en mi cabeza, me giré y vi al pequeño ser que me estaba mirando con unos ojos brillantes.
-¿Eres tú el que me está hablando?- le pregunté boquiabierto.
-Sí, pero las conexiones mentales contigo son muy complicadas. Tu cabeza es un laberinto, y, es difícil encontrar la conexión que necesito para comunicarme- me replicó.
-¿Qué me ha pasado?- pregunté.
-Las gotas negras son una concentración de energía negativa pasada. Eso significa que puedes ver cosas que han pasado con anterioridad, no puedes interceder, tan solo observar. Sacan lo peor de cada persona, sus miedo más ocultos- me explicó el pequeño ser- algo muy malo ha tenido que pasar aquí para que hayan aparecido- estaba muy intranquilo.
-Pero yo he visto también almas perdidas- le dije aterrado, a lo que el pequeño ser se quedó pensativo.
-Te están reclamando, quieren que las ayudes- dijo preocupado- te estoy perdiendo, ¿sigues ahí?- empecé a oír el eco del pequeño ser. Nuevamente la vista se me empezó a nublar y divisé el árbol de las almas a lo lejos.

miércoles, 29 de junio de 2011

Pequeña princesa

Todo mi cuerpo se quedaba bloqueado por el frío. Sentí como gotas de agua empezaban a caer sobre mí. Mi mente se quedó en blanco. No veía nada, me empecé a desesperar. Todo blanco a mi alrededor. No me gustaba ese estado. Quería luz o incluso oscuridad, pero no estar en el limbo. Más gotas de agua empezaron a caer sobre mi piel.
Sentí un pequeño temblor en mis piernas, después en mis brazos. Desperté violentamente de mi trance. Miré a mi alrededor. Tenía la vista borrosa, pero más o menos, conseguí orientarme. Vi al pequeño ser encima de mi. Me había arrastrado lejos de las gotas negras. Me encontraba al lado de un diminuto arroyo de agua. Saqué fuerzas de donde no tenía, y, con un inmenso dolor en todo mi cuerpo me acerqué hasta aquel preciado líquido. Estaba sediento, no me acordaba de la última vez que mi cuerpo se había alimentado o había bebido. En esos pocos días que llevaba fuera de casa, me había convertido en un fantasma de lo que fui. Cuando aquel divino tesoro tocó mis labios, mis pupilas brillaron como dos estrellas. Cuando ya estaba saciado, mis párpados empezaron a pesar y caí fulminado en un profundo sueño. 
Muchas imágenes vinieron a mi cabeza. Mis padres en la puerta despidiéndome, mis hermanos durmiendo, la más pequeña con sus rizitos dorados sonreía en sueños. Me quedé con la imagen estática de ella. Tan dulce y tan inocente. Tan diferente a los demás duendes, era la única en el pueblo que tenía rizos dorados, quizás el destino había preparado algo diferente para ella. Mi subconsciente se quedó clavado en mi querida princesa. Tan parecida a los demás y tan diferente a la vez. Única en su especie, ese era el rasgo que compartíamos.

martes, 28 de junio de 2011

En las entrañas del árbol

Por más que agudizaba el oído nada. Era un silencio inquietante, un silencio que ponía los pelos de punta. Una ola de calor me atravesó el cuerpo. Venía de las entrañas del árbol. La temperatura allí dentro iba aumentando por momentos. Unas pequeñas llamas de fuego aparecieron en los costados.Si seguía avanzando así, me quemaría vivo.
Unas suaves voces empezaron a acompañar a las llamas. Cuanto más se avivan las llamas más fuertes eran aquellas voces. Pronto la piel me ardería y mis tímpanos estallarían. No tenía escapatoria. Estaba en un espacio muy estrecho. 
Cuando las llamas alcanzaron un tamaño considerable, noté como mi cuerpo se empezó a encoger. Mis músculos sufrieron temblores y pequeños espasmos. Cada vez se estaba haciendo más pequeño. Llegó al tamaño de un niño. Cuando mi reducción se estabilizó, el fuego también cesó de crecer. Noté como la temperatura era insoportable y las voces habían llegado a tal  nivel que me estaban taladrando los oídos y la cabeza. Cuando pensaba que estaba en el  límite de mis fuerzas un frió glaciar sacudió todo el interior del árbol. Las llamas se apagaron al igual que las voces. Otra vez silencio. 
Detrás del silencio empezaron a aparecer espectros. Figuras difuminadas que se volvían más claras cuando se acercaban a mi. Eran mujeres y niños. Todos con expresiones de dolor y sus caras reflejaban terror. Y más silencio. Y más imágenes. Cada uno de esos fantasmas habían tenido vida propia, seguramente con cosas buenas y cosas malas. Ahora sus ojos representaban solo el sufrimiento de su muerte. Estaban vacías de alegría, vacías de amor. Una nueva ola de frío polar se cernía sobre mí.


lunes, 27 de junio de 2011

Pueblo en cenizas

Me estaba retorciendo por el suelo, las imágenes no querían salir de mi cabeza. Oía gritos de mujeres, llantos de niños y suspiros mortales de hombres. Era todo tan real que daba miedo. Se entremezclaban imágenes de humanos con diferentes seres mágicos. Todos tenían el mismo semblante, se podía leer terror y sufrimiento en ellos.
Mi mente se adentró en un poblado.Todas las casas eran de madera; parecían bastante frágiles. Los habitantes se encontraban durmiendo. Algunos tenían pesadillas, otros nada, pero ninguno soñaba. Cuando me acerqué a una de las casas, empecé a sudar y noté mucho calor en el ambiente. Una sombra voló detrás de mi. Iba con una antorcha en la mano. La tiró hacia la casa. Corrí hacia allí, intenté apagar el fuego, grité , pero nadie me oía, yo era un fantasma. Pronto se prendieron las demás casas. Los habitantes empezaron a salir despavoridos, sus gritos de desesperación me taladraban los oídos.
Cuando ya estaban todos fuera de sus casas intentando solucionar el problema de alguna manera, aparecieron flechas de fuego por el aire. Nadie sabía de donde venían. Estaban matando a muchos. Cuando se clavaban en el pecho, el habitante se convertía en ceniza al instante. Se estaba produciendo una auténtica masacre a mi alrededor y yo no podía hacer nada. Mi desesperación e impotencia eran máximas. Mi cuerpo temblaba de rabia.
Miré a la derecha, me había parecido ver algo entre los arbustos. Un duende saltó de allí. Detrás de él otro duende, y así hasta veinte. Iban corriendo entre las flechas de fuego, cogían a los niños en sus brazos. Sobre todo a los más pequeños. Estos estaban en shock y muchos tenían tanto horror escrito en sus caras que estaban paralizados. Salvaron a veinte niños, y se escondieron otra vez en el bosque.
Mi cuerpo poco a poco se iba alejando de ese lugar. Veía como los pocos humanos que quedaban se iban consumiendo por las llamas. Era el paisaje más desolador que había visto en mi vida. El pueblo quedaría sumido en las cenizas.
Una nueva imagen aparecía ante mí. Me estaba adentrando en un árbol. Solo había silencio a mi alrededor. Un silencio inquietante.

sábado, 25 de junio de 2011

Gota negra

Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. No sabía si había sido tan solo un sueño o una premonición. Perlas de sudor recorrían cada uno de mis músculos. El pequeño ser me miró con preocupación. Me detuve unos minutos para recuperar el aliento.
Me levanté, con mucho esfuerzo, para adentrarnos en el agujero. Después de dar unos cuantos pasos entramos en una cueva. Era circular y estaba llena de salientes con forma de garras. Gotas negras caían por ellos. La imagen era espeluznante. Intentamos avanzar con cuidado. Era complicado.
Perdí el equilibrio por unos instantes, una gota negra cayó sobre mi espalda. Mi cuerpo empezó a convulsionar. Torrentes de imágenes y voces aparecieron en mi cabeza. Fuego, gritos, llantos, sombras, huesos, sangre...

viernes, 24 de junio de 2011

Náyade

Iba corriendo por el bosque. Era el mismo camino que había hecho hacía unos días, pero esta vez de retroceso. Tenía miedo, quería volver a mi casa, a la seguridad de mi hogar. A lo lejos veía el pueblo, me imaginaba como mi padre me estaría esperando sentado en las escaleras y con la puerta abierta. Pero me paré en seco. No podía huir de aquella manera de mi destino. Lo que estaba haciendo no estaba bien. Me paré en seco y una pequeña luz apareció ante mí. Era la mensajera de la Dama Blanca. Cuando llegó frente a mis ojos estalló y una masa de luz blanca apareció en su lugar. Al principio la intensidad de  la luz me impedía ver pero poco a poco mis ojos se empezaron a acostumbrar. Una serie de imágenes empezaron a mostrarse ante mi.
Una habitación blanca con suelo dorado fue la primera en aparecer completamente nítida. En ella había un gran trono y la Dama Blanca estaba sentada encima de él. A su lado una pequeña náyade, tenía un libro entre manos y se lo leía.  Su pelo negro azabache y sus ojos azul oscuro contrastaban con su piel blanca. Al igual que la Dama tenía una belleza enigmática.
La siguiente imagen que vi era a la misma náyade pero en una cueva oscura. Ella estaba desmayada y un extraño ser oscuro estaba observándola. Se acercó a ella y la tiró un vaso de agua encima con mucho desprecio. Esto hizo que se moviese un poco y abriese los ojos, pero estaba muy débil como para conseguir hacer algo más. En las siguientes imágenes solo se veían rocas negras, y sombras oscuras que daban escalofríos.
Un remolino de imágenes iguales empezaban a verse en mi cabeza. Cada vez veía todo mas confuso, alguien me estaba llamando a lo lejos, intentaba llevarme a otro lugar. Con un fuerte golpe desperté y vi que estaba en el agujero y el pequeño ser estaba a mi lado.

jueves, 23 de junio de 2011

Estallido fuera del agujero

Después del temblor un nuevo estallido de luz se produjo. La energía me impulsó por el agujero, llegué hasta el final ,incluso, debido a la fuerza del impacto llegue a tocar el cielo. Fueron tan solo unos segundos, pero a mi me pareció un viaje eterno. No veía el paisaje, todo estaba borroso. Tan solo noté el tacto de las nubes, era húmedo y frío. Mis dedos se estremecieron al sentir aquello.
Sin darme cuenta empecé a bajar. Otra vez me adentraba en el agujero. Caía a una velocidad de vértigo. Las  imágenes que iba viendo se agolpaban en mi cabeza sin control. Cuando ya estaba en la mitad del agujero, la energía desapareció y mi caída era libre.  Miedo, desesperación y angustia se entremezclaban con una rara sensación de paz interior. El intentar haber cambiado el mundo calmaba en una pequeña parte mi alma. Mientras caía me iba golpeando violentamente contra las paredes De tantas magulladuras que tenía mi cuerpo, el dolor se había convertido en una constante. 
Cuando llegué a la altura a la que se encontraba el agujero donde estaba el pequeño ser, a duras penas  le miré. Nuevamente estaba cayendo al abismo de aquel fuego. Cuando estaba a punto de llegar al fondo el brazo de antes me paró. Tal y como la vez anterior, el tiempo se paró por unos instantes y sentí un leve hormigueo en el estómago El brazo me impulsó hacia  arriba,  me enganché en otro brazo, este hizo un gesto que me impulsó hasta la mitad de la cueva. Después de eso empecé a caer a un ritmo extremadamente rápido. Un tercer brazo me golpeó y con mucha fuerza entre volando en el agujero donde estaba el pequeño ser. 
Me di un golpe fuerte en la cabeza y caí fulminado. No sabía si estaba a salvo o sí había sido mi imaginación. Tan solo se que mi mente se desconectó del mundo.

miércoles, 22 de junio de 2011

Brazo saliente

Me golpee la espalda con uno de los brazos, sentí un dolor fuerte entremezclado con las dulces imágenes de  mi familia. Por el otro lado, mi pierna fue a dar contra la pared. Mi espalda se arqueó de dolor. El calor cada vez era más insoportable y mi mente estaba cada vez más perdida en el horizonte.
Mi brazo magullado se llevó otro golpe. Esta vez sentí como el hueso se me rompía. El dolor hizo que casi perdiese el conocimiento. Mis ojos se cerraban y al instante se abrían. Sentía como todo se ralentizaba, mis movimientos, el tiempo, y mi caída. La luz que había debajo de mí se acercaba.
A escasos tres metros del centro del abismo mi mano tocó uno de los brazos de la tierra. Por un momento sentí que me paraba. Intenté mirar a mi alrededor, no sabía si era mi imaginación o era la realidad. Todo estaba quieto, congelado en el tiempo. Giré la cabeza lentamente. Vi como el brazo saliente se había quedado quieto también y uno de sus dedos estaba en contacto con mi mano. Miré a mi alrededor, el resto de los brazos seguían en movimiento, pero la masa naranja había dejado de avanzar. Giré otra vez mi cabeza hacia el brazo. Un estallido de luz se produjo repentinamente. Inundó todo el agujero con su intensidad y a mi me dejó ciego. La fuerza que tenía aquella luz era tan fuerte que se produjo un nuevo temblor de tierra.

martes, 21 de junio de 2011

Pensando en hielo

Cuando mi piel tocó la pared un grito desesperado salió de mi garganta. Se me abrasó toda la piel. Intenté mantener la concentración al máximo para no perder el control. Empecé a pensar en el bosque oscuro, en las sombras que había visto, pero no servía. Miré arriba hacia el pequeño ser, me estaba sujetando la mano con toda su fuerza para que no cayese. Tenía razón, no podía dejar que esto acabase así. Intenté concentrarme más aún. Imágenes de hielo vinieron a mi cabeza, glaciares que había visto en los viejos libros. Mi respiración empezó a ser más fuerte y noté como la energía comenzó a circular por todo mi cuerpo. Por unas milésimas de segundo me quedé en trance y la energía llegó hasta mi mano. Se produjo un estallido de luz azul y la parte de tierra que rodeaba mi mano se quedó fría.
No era suficiente, me lamenté. Nuevamente cerré los ojos, y esta vez en mi mente aparecieron las manos surgidas de la tierra. Con mucho esfuerzo un nuevo destello de energía explotó. Ahora las manos empezaron a girar en el mismo sentido, se habían vuelto de color azul, tal y como la energía que las había hechizado. Todas giraban al unisono. Yo ya estaba en las últimas, miré al pequeño ser, el me devolvió la mirada con ojos suplicantes. Esa mirada me llegó hasta el alma, pero ya no aguantaba más, mi energía se había consumido del todo con aquellos intentos de salvarme. 
Mis dedos empezaron a resbalar, uno a uno se iban soltando. El pequeño ser me miró otra vez, aunque ahora no le pude devolver la mirada, mi último dedo se soltó. Empecé a notar el calor de la masa naranja y en un segundo vi todas las imágenes de mi vida en la cabeza. Los juegos con mis hermanos, las lecturas con mi padre y las tartas de mi madre. 

lunes, 20 de junio de 2011

Abismo ardiente

Intenté nuevamente cogerme con la otra mano al borde. Era imposible, ya no disponía de tanta fuerza. Cerré los ojos para concentrarme y pensar que iba a hacer. Los abrí bruscamente, empecé a notar un extraño calor en los pies que me iba subiendo por todo el cuerpo. Miré abajo. Una extraña masa roja y amarilla se estaba formando en las entrañas de la tierra. No sabía que era eso, pero probablemente nada bueno.
De mi frente empezaron a caer perlas de sudor, el calor cada vez era más vivo. Le precedía un humo naranja, que avanzaba a más velocidad que la masa en sí. Cuando tocó mi piel sentí como me la abrasaba. Tan solo fue un segundo pero fue la peor tortura que jamás había pasado. Noté como cada célula de mi cuerpo estaba a punto de estallar.
A su paso la tierra se reblandeció y empezó a moverse. Unos bultos empezaron a florecer en ella. Mis dedos ya estaban al límite, pero tampoco quería morir abrasado. Seguí observando los bultos. Cada vez eran más y más grandes. Cuando formaron una bola perfecta se empezaron a alargar. Cuando ya eran lo suficientemente largos unos dedos empezaron a nacer y se formaron unos brazos perfectos. Se volvieron del mismo color que la masa que se acercaba. A medida que se iba completando el proceso, empezaron a moverse de izquierda a derecha rítmicamente.
Poco a poco se formaron también a mi alrededor y también por toda la pared que mi vista alcanzaba a ver. Se empezó a desprender calor de ellas. La temperatura se estaba volviendo infernal. El pequeño ser me miraba sin saber que hacer. Todo había sucedido tan rápido que resultaba mareante. Una idea vino a mi cabeza, era mi única salvación, mi última oportunidad. Aspiré profundamente, miré mi mano y la apoyé en la pared caliente.

sábado, 18 de junio de 2011

Fuerza final

Cada vez tenía menos fuerza para sostenerme. Las manos me sudaban de tal manera por el esfuerzo, que me iba resbalando poco a poco. El pequeño ser intentaba ayudarme pero no podía con mi peso. Intenté balancearme otra vez. Giré un poco a la derecha, cogí impulso por la izquierda, resople fuerte y fallé otra vez. Las fuerzas se me estaban agotando. Todo me daba vueltas. Contemplé la idea de que me iba a caer en el abismo. Me quedaban apenas unos segundos.

viernes, 17 de junio de 2011

Caída

El círculo hueco formado a nuestro alrededor se empezó a desplazar lentamente hacia abajo. No podíamos saltar hacia el otro lado porque era como hacer un salto al vacío. Repentinamente, la tierra empezó a caer a más y más velocidad. Veíamos como la superficie desaparecía y la oscuridad de la tierra se cernía sobre nuestras cabezas. La frustración de no poder hacer nada mientras nos tragaba la tierra era inmensa. 
La escasa luz de la superficie ya se había perdido por completo y nosotros seguíamos cayendo. Paredes de tierra a la derecha y paredes de tierra a la izquierda. Ningún signo de vida a excepción de nosotros. 
Los segundos se hicieron minutos, y los minutos horas en aquella espera hacia lo desconocido, y el sentimiento de angustia crecía y crecía. Después de interminables momentos, empezamos a ir más despacio. Cuando la tierra pasó de ser marrón oscura a gris, nos detuvimos en seco produciendo un sonoro golpe. El impacto fue tan grande que nos hizo saltar y casi precipitarnos por el hueco hasta el infinito. Nos quedamos totalmente quietos, miré por el hueco y parecía que nos habíamos quedado incrustados en algo. 
Miré con mucha atención a mi alrededor. Había muchos agujeros pequeños en la pared, pero el tamaño no era suficiente como para que pudiese pasar. Miré por todo el lado de la derecha, pero nada, luego empecé a mirar por la izquierda y al fin, vi un agujero lo suficientemente grande como para pasar. Cogí al pequeño ser en brazos y lo empujé hacia el agujero. Me asusté, el corazón me empezó a latir a mil cuando noté como la tierra debajo de mí empezaba a ceder. Si no me daba prisa seguiría mi caída hacia el infinito. Salté hacia el agujero, caí de puntillas y me resbalé. El corazón me salía del pecho de la angustia. Conseguí cogerme con una mano del borde. 
El hueco ya había empezado a descender dejándome sin más opciones. La mano me empezó a resbalar, me balanceé un poco para intentar sujetarme con la otra mano. Mi primer intento fue fallido, los dedos cada vez tenían menos fuerza pasa sujertarme. Estaba en una situación límite, el precipicio me llamaba, pero yo no quería escucharle. Lo intenté una segunda vez. Tenía las manos sudorosas

jueves, 16 de junio de 2011

Nuevos temblores

El humo blanco cubrió toda la explanada a excepción de dos círculos, uno alrededor de los druidas, y otro entorno a nosotros  . Era muy denso y salía constantemente.  Al principio los cuervos estaban muy confusos y no sabían que hacer. Al cabo de unos minutos el humo alcanzó una temperatura muy elevada, algunos sufrieron serias quemaduras. Iniciaron el vuelo derrotados. Poco después el humo cesó. Los druidas nos dedicaron una mirada de agradecimiento y corrieron a socorrer a los heridos.
Respiré profundamente y por un momento me sentí tranquilo. Había acumulado demasiada tensión en muy poco tiempo. El pequeño ser cerró los ojos y se acurrucó  a mi lado. Había realizado un gran esfuerzo, y, la energía que le había traspasado era insuficiente. En escasos segundos se quedó profundamente dormido. Yo intenté aguantar, pero tras comprobar que todo estaba bien, me venció el cansancio.
Me despertó un fuerte temblor. Los druidas y el pequeño ser se quedaron alarmados también. Tras el primero, otros cuatro siguieron. Las grietas del suelo se abrieron un poco más y nos quedamos totalmente incomunicados. Nadie comprendía lo que estaba pasando.
Miré dentro de una grieta. Me escondí lo más rápido que pude, ya que vi como el humo blanco avanzaba por el hueco y pronto saldría. Una segunda explosión de humo blanco se produjo. La siguieron un par de temblores más y empecé a notar como la tierra se empezaba  a desplazar. Una ola de pánico nos inundó. Se había formado un círculo hueco a nuestro alrededor. No teníamos como escapar de allí. La tierra se empezó a mover y bajamos de nivel. El sonido de un derrumbamiento inundó mis oídos.

miércoles, 15 de junio de 2011

Humo blanco

Unos segundos después se produjo un nuevo temblor. Las hojas de los árboles cercanos a la explanada se cayeron. El pequeño ser aún estaba inconsciente en el suelo y yo a su lado. El cuervo había parado su ataque por un momento asustado por el temblor. Puse mi mano sobre el vientre del pequeño ser y una potente luz verde empezó a expandirse por toda la explanada. Cuando la luz llegó a todos los lugares posibles, se produjo un estallido, y rápidamente volvió al origen y el pequeño cuerpo lo absorbió.
De repente abrió los ojos de una manera muy violeta y empezó a mirar angustiado el panorama. Todavía estaba débil. Me miró con sus grandes ojos y me cogió las manos. Las puso nuevamente sobre su vientre y noté como la energía de mi cuerpo empezó a decaer. Me miró nuevamente con ojos lastimeros. Intenté relajarme y concentrarme en las energías que fluían entre nosotros. Mis manos empezaron a lanzar cortos destellos de luz, que hacían que la respiración del pequeño ser se volviese más fuerte.
Los cuervos se dieron cuenta de la situación y empezaron a atacar otra vez a los druidas. Estos se defendían con diversas magias, pero los grazilius eran muy ágiles. Conseguían esquivar muchas ofensivas. Mientras tanto, el pequeño ser me agarró con más fuerza y empezó a soplar un humo blanco por la boca. A nuestros pies, se abrió un pequeño agujero y todo el humo se empezó a filtrar dentro de la tierra. Cuando terminó se sentó a mi lado, puso mi mano verde sobre mi pierna. El dolor de las quemaduras desapareció y mis ojos empezaron a ver con más claridad.
El cuervo negro que nos acechaba se volvió hacia nosotros, y una vez más con paso firme, empezó a acercarse.  Cuando estaba a escasos centímetros de nosotros, un nuevo temblor sacudió la tierra y de las grietas comenzó a salir un denso humo.

martes, 14 de junio de 2011

Temblores

Según me fui acercando, la angustia se apoderaba con más fuerza de mí. Oía todo, pero no veía. Caminé a gatas por la hierba, lo más deprisa que pude. Después de unos momentos, que se me hicieron eternos, pude tocar al pequeño ser. Efectivamente estaba inconsciente. Con los ojos cerrados puse mi mano sobre su cuello e intenté concentrarme al máximo. Abrí los ojos y pude distinguir sombras. Por lo menos mi visión había mejorado. Con mucho esfuerzo, podía más o menos visualizar el panorama.
El cuervo se encontraba a un metro de distancia. Y sus ojos parecían más brillantes que nunca. Se desplazaba rápidamente de un lado a otro para despistarme. Se había dado cuenta que mi vista no funcionaba muy bien. Empezó a lanzarme pequeñas bolas de fuego para comprobar hasta que punto podía aprovecharse de mi deficiencia. Además la pierna me estallaba de dolor.
Ahora el cuervo tan solo estaba a medio metro de distancia. La tensión se iba acumulando en mis músculos y cada vez mi respiración era más y más rápida. Tenía que encontrar una solución rápida. Miré a mi alrededor durante un segundo. Todos estaban ocupados, nadie podía ayudarnos. Miré al pequeño ser, intenté reanimarlo, pero no abrió los ojos. Puse nuevamente una mano sobre él e intenté concentrarme al máximo para que la energía fluyese entre nosotros.  Después de varios segundos en esta posición, el pequeño ser tuvo un gran espasmo que hizo que su cuerpo se elevase por encima del suelo. Aún inconsciente, y experimentando un extraño trance se quedó de pie. Dio un paso hacia mí, y según piso el suelo se produjo un fuertísimo temblor de tierra. Todos pararon sus ataques y nos miraron asombrados. El pequeño ser dio un nuevo paso y otro temblor de tierra apareció de la nada.  Al terminar, un gran estruendo sonó por todo el bosque. Se empezaron a formar grietas por todas partes. El pequeño ser se cayó al suelo.

lunes, 13 de junio de 2011

Vista borrosa

De una manera muy rápida, los druidas se organizaron mediante gestos. Se colocaron en un círculo y  empezaron a atacar a los cuervos. Hicieron diversos remolinos para despistar a los granzilius. Con esto conseguían que las imágenes pareciesen borrosas. También hacían diversos cambios de posición. Los cuervos empezaron a lanzar fuego, pero dado el movimiento de los druidas, tenían menos posibilidades de acertar. Pero había algo que faltaba. Algo que no me convencía del todo. Empecé a mirar a mi alrededor.
No veía al pequeño ser, eso me inquietaba mucho. Me adentré en el círculo de los druidas para ver si se encontraba allí, pero no. Los remolinos de viento dificultaban mi visión. Mediante pequeños destellos de luz, que salían de mi mano, conseguí alejarme lo suficiente para ver casi todo el campo de batalla sin resultar herido. Por fin le vi.
Estaba tumbado inconsciente en el otro lado de la explanada. Un cuervo se estaba acercando lentamente hacia él con un brillo de regocijo en la mirada. Me entró pánico al pensar que le podían hacer daño o que le podía perder. Empecé a correr hacia él sin importarme el peligro. Cuando ya estaba cerca, una pequeña bola de fuego me alcanzó y me derrumbó al suelo. Me había alcanzado la pierna. Tenía una gran quemadura que me hizo chillar de dolor y me nubló la vista. Intenté mirar al pequeño ser, no podía distinguir bien la imagen. Me sentía frustrado.
Intenté aclararme los ojos, pero era en vano. Respiré profundamente, abrí los ojos al máximo y según el recuerdo que tenía de la posición en la que estaba avancé. Sentí como el estómago se me revolvía al pensar que el cuervo estaba más y más cerca a cada segundo de él. Estaba en el suelo y no se movía.

sábado, 11 de junio de 2011

Cuervos negros

Una bandada de cuervos negros de hipnotizantes ojos naranjas estaban sobrevolando por encima de nosotros. Eran enormes y tenían unas montaduras de cuero encima de su cuerpo. Con mucha calma nos observaban minuciosamente. Algunos se aproximaron a nosotros y pude ver sus poderosos picos.  Cuando dieron un par de vueltas y estudiaron todo el panorama se empezaron a posar sobre el suelo. Ahí lo pude ver con claridad, unos extraños y pequeños seres marrones, peludos, de orejas puntiagudas y brillantes ojos naranjas, estaban sentados encima y les daban órdenes. Empezaron a crear polvareda grisácea que nos hizo toser a todos y despistarnos por un segundo.
-¡No os despistéis!- gritó uno de los druidas- ¡los grazilius son peligrosos!- y empezó a toser.
Según dijo esas palabras los grazilius tiraron de la correa y los cuervos empezaron a lanzar bolas de fuego hacia donde estábamos nosotros. Su primer ataque no fue muy potente ya que la visibilidad era nula. Uno de los druidas cogió su bastón. Lo lanzó hacía el aire y cuando iba cayendo empezó a gritar unas palabras extrañas. El bastón empezó a girar y se formó un pequeño remolino de aire que limpió toda la explanada de la neblina. Ahora nos encontrábamos frente a frente. Todos los cuervos estaban excitados ante la cantidad de carne que tenían enfrente.
-¡ Replegaros!-  gritó el maestro druida, el ataque les había pillado de improvisto y no estaban organizados-.
Algunos de los cuervos con un sonoro graznido levantaron el vuelo y empezaron a tirar bolas de fuego desde el aire.  Iban en todas las direcciones. El druida que invocó al remolino resultó herido de muerte. Uno de los cuervos se estaba posando sobre él. Ya no tenía salvación alguna. Yo empecé a sentir pánico. Las bolas de fuego cada vez eran más grandes y las tiraban con más velocidad. Los druidas empezaron a formar pequeños núcleos de masa gris a modo de escudo de protección. Era muy complicado contraatacar. La velocidad de las bolas aumentaba y no había tiempo para nada. Solo se podían defender.  Como mi miedo aumentaba la mano izquierda empezó a soltar destellos dorados. Me concentré lo máximo que pude y proyecté toda mi energía hacia el grupo de cuervos más numerosos. Abrí la palma lo máximo que pude y cerré los ojos. Perlas de sudor acariciaban mi mente. Me adelanté y un haz dorado se extendió por la explanada.
Los cuervos empezaron a graznar desesperadamente. Era algo inesperado para ellos. Había ganado unos minutos para que los druidas se reorganizasen. Pero no era suficiente.

viernes, 10 de junio de 2011

Mestizo

Ahora comprendía mejor porque era tan diferente de su madre. Era un mestizo. Y de alguna manera tenía cierta magia en sí mismo, de la cual, una pequeña parte había traspasado a mí. Eso era lo causante de mis quemazones y el brillo de mis manos.
-¿Cómo te llamas muchacho?. me preguntó el líder.
-De pequeño me llamaban niño, y , ahora me llaman muchacho- contesté triste.
-Ya veo que no tienes nombre- contestó pensativo- veo que las costumbres no han cambiado desde que me encontré al último humano. Debes buscar tu nombre-.
-¿Han existido más humanos que hayan superado la niñez?- pregunté emocionado.
-Cada sesenta o setenta años consigue llegar alguno a tu edad, pero ninguno ha sobrevivido en este bosque. Nosotros, los druidas negros, depositamos nuestras esperanzas en ellos, pero la oscuridad y los habitantes negros ganaron la batalla- relató angustiado el hombre- ahora mismo creo que eres la única esperanza de los humanos y la luz. Con la ayuda de tu pequeño mestizo-.
Se oyó un murmullo de confirmación por parte de los demás druidas. Tenía tantas preguntas sin respuesta, que no sabía por dónde empezar. Abrí la boca para proceder a mi segunda pregunta, pero un mal presagio me paró de inmediato.
El pequeño ser empezó a mirar con mucha atención a nuestro alrededor. Sus orejas se pusieron alerta, había escuchado algún sonido que no le gustaba. Levantó los brazos y empezó a dar vueltas sobre sí mismo. En pocos segundos la masa celeste desapareció y pudimos ver con claridad lo que nos estaba esperando.

jueves, 9 de junio de 2011

Pequeñas revelaciones

Cuando nos quedamos tan solo a un paso de distancia empecé a notar como todo mi cuerpo se ponía tenso. El hombre empezó a hacer diversos gestos con la mano. La levantó rápidamente, la hizo descender de forma rítmica, luego la movió hacia la derecha y por último chasqueó los dedos bruscamente. Con esto consiguió que el fuego se extendiese por todo nuestro alrededor, pero lo cambió a un color dorado.
Cuando terminó, comenzó a hablar:
-No sabes lo que estas haciendo aquí, ni quién es tu compañero ¿verdad?- preguntó mirándome, a lo que yo no contesté- de acuerdo, habéis pasado la prueba aunque todavía os queda mucho por aprender si os queréis enfrentar a todo lo que hay en el bosque y más allá- y ante mi cara de incredulidad, prosiguió- nosotros somos los druidas de la noche, nos desplazamos como sombras, y así escapamos de los controles nocturnos. Estamos alarmados porque ya queda poco tiempo para que la oscuridad total se apodere de todo lo conocido. Incluso las almas de los seres vivos se volverán oscuras si no lo paramos.-
-¿Eso qué tiene que ver con nosotros?- pregunté.
-Él es una especie única y mágica- dijo señalando al pequeño ser- hace siglos que no nace uno como él, y te ha elegido a ti- dijo mirando a los demás hombres y haciéndoles un gesto para que se acercasen - su supervivencia es todo un misterio- concluyó.
-¿Quién es él?- pregunté extrañado.
- Las grandes bestias tiene prohibido bajo pena de muerte morder a un humano. Porque cuando se ponen en contacto con su sangre, su cuerpo sufre una extraña magia negra que hace que de forma inexplicable tengan una cría como él- dijo señalando al pequeño ser- Además de la pena de muerte que las persigue, hay muchas leyendas sobre la mala suerte que traen. Por eso ninguna se atreve a morder a los humanos-.

miércoles, 8 de junio de 2011

Respeto

Con los ojos más brillantes que nunca el pequeño ser se separó de mi lentamente. No quería absorber toda mi energía. Sin alejarse de mi lado se dio la vuelta y se puso a mirar al hombre de los ojos rojos. Parecía el líder del grupo.
Muy pegado a mi empezó a levantar las manos y abrió la boca. Empezó a emitir un sonido muy extraño. Sonaba igual que el sonido de un arpa. Con eso consiguió que la masa celeste se mantuviese en su sitio, pese a haber roto la conexión conmigo. Se sentó en el suelo cansado sin dejar de mirar al líder de los hombres. Este esbozó una sonrisa e hizo un gesto con la mano a los demás. Le miraron atentos sin decir ni una palabra. Luego todos al mismo tiempo nos miraron, se alejaron unos pasos e inclinaron la cabeza.
Yo estaba alerta, no sabía si lo que acababa de presenciar era una muestra de respeto o la preparación para un segundo asalto. Todos nos quedamos muy quietos mirando al líder que se empezó a acercar a paso lento hacia nosotros.
-Os estaba esperando desde hace mucho tiempo- dijo en un tono de voz muy calmado y después de una pausa añadió- Siglos llevo esperando.
El pequeño ser se levantó lentamente y cogiéndome de la mano empezó a caminar hacia el líder.

martes, 7 de junio de 2011

La protección

Al caer, nos quedamos todos un poco aturdidos. Cuando nos levantamos por nuestro propio pie, los hombres empezaron a entonar un cántico con tonos muy graves. Jamás había experimentado tanta angustia al escuchar un sonido.  Las notas se clavaban en mi piel como espinas y sus voces retumbaban una y otra vez en mi cabeza.
Entre todo ese malestar distinguí un nuevo sonido. Miré al cielo, se estaba formando una tormenta muy fuerte y grandes truenos y relámpagos aparecieron. Primero se dispersaron por todo el cielo, pero poco a poco se fueron concentrando, hasta que se quedaron únicamente entorno a nuestra explanada.
Los hombres empezaron a cantar más grave todavía y los rayos empezaron a impactar en el suelo, a nuestro alrededor. Escasos centímetros nos separaban de morir por su impacto.  Mientras tanto, el hombre de los ojos rojos empezó a mirar de forma desafiante al pequeño ser, el cual estaba nuevamente aferrado a mi pierna.
Después de unos minutos de intercambio de miradas, el pequeño ser soltó mi pierna.Cerró los ojos, lanzó un suspiro muy profundo y se situó enfrente de mi´. Poniéndose de puntillas me alcanzó las manos y puso sus palmas sobre las mías. Nuevamente cerró los ojos y mis manos empezaron a brillar. Lanzó un suspiro mucho más largo que el anterior y la tierra comenzó a temblar. Los hombres cesaron el canto sorprendidos, pero los rayos no desaparecieron.
Una masa celeste empezó a crecer de la tierra. Crecía a una velocidad de vértigo y pronto formó una capa protectora entorno a la explanada.  Los hombres empezaron a cantar otra vez, y los rayos se volvieron más grandes y más agresivos. Empezaron a impactar contra la capa protectora.
El pequeño ser empezó a sudar, abrió los ojos que estaban inyectados en rojo sangre, y mis manos empezaron a brillar más aún. Empecé a notar cansancio y las piernas me empezaron a temblar.

lunes, 6 de junio de 2011

Conexión de ojos

Cuando los ojos rojos nos descubrieron, el fuego se empezó a volver de un color celeste. Un pequeño estallido se produjo y dos luces salieron de el. La primera fue a parar al hombre de los ojos rojos y se infiltró en sus ojos. La otra luz atravesó toda la explanada y se infiltró en los ojos del pequeño ser.  Un escalofrío de inquietud recorrió todo mi cuerpo.
Se produjo una conexión entre ellos que fue creciendo a cada segundo. Cuando llegó a su culminación, los dos cuerpos se elevaron por encima del suelo y se empezaron a aproximar hacia el fuego. Todos los demás hombres se apartaron del camino y formaron dos filas perfectas. Yo no sabía que hacer, no podía abandonar al pequeño ser, pero tampoco entendía lo que estaba pasando.
Con un paso decidido me situé detrás del pequeño ser. Intenté cogerle para devolverle al suelo, pero en el mismo momento que le toqué una sensación de quemazón recorrió todo mi cuerpo. Mis manos empezaron a brillar. Nuevamente una era de color dorado y otra verde. Cuando el calor terminó de recorrer todo mi cuerpo,  me empecé a elevar hasta situarme a la misma altura que el pequeño ser.

sábado, 4 de junio de 2011

Transformación

Intentando no hacer demasiado ruido, me acerqué para ver el ritual más de cerca. Ver las transformaciones era algo impresionante. Aunque el proceso había sido similar en todos, el último paso, antes de llegar a ser humanos era diferente. Unos sufrían explosiones de luz por todo el cuerpo, otros se retorcían de dolor y emitían unos gritos muy agudos, un tercer tipo tenía fuertes temblores en las extremidades que les hacían caerse una y otra vez, y los últimos se descompusieron en ceniza para volver a renacer en su forma definitiva.
El pequeño ser no se despegaba de mí, y justo cuando todos los que formaban el círculo alcanzaron la culminación de su transformación, me empezó a clavar sus pequeñas garras en el tobillo. Le miré y vi como sus ojos empezaron a volverse de un rojo brillante.
  Repentinamente la luz que absorbía las sombras cesó, y se produjo un nuevo estallido, que llegó hasta el cielo. Todo pasó muy rápido, el estallido volvió nuevamente al centro del círculo. En su lugar unas llamas de fuego comenzaron a arder extendiéndose alrededor de todos los participantes. Cuando llegó al último, los ojos de los hombres también empezaron a brillar.  Unos ojos eran de color azul celeste, otros de color verde fosforescente, otros violeta intenso, y tan solo unos de color rojo rubí. Estos últimos, empezaron a brillar por encima del resto y pusieron su mirada en nosotros.


viernes, 3 de junio de 2011

Sombras

¿Qué significaba aquella sombra?, era demasiado grande para pertenecer a cualquier especie conocida. Le indiqué al pequeño ser que debíamos andar con mucha más cautela que antes. A pesar de que íbamos a tardar más, ralentizamos nuestros pasos y nos volvimos más cuidadosos. Cuando nos acercamos aún más, otra nueva sombra surcó el cielo, y poco después aparecieron más. Todas flotaban en el aire y avanzaban bastante rápido. Mi inquietud y expectación eran máximas.
Por fin llegamos a escasos metros de la luz, que con cada sombra que se acercaba se volvía más brillante. Ante ellos había un claro de bosque en forma circular. No era muy grande, pero si lo suficientemente espacioso  como para que todas las sombras se situasen alrededor de la luz.
Nosotros nos intentamos situar a una distancia prudencial para no ser descubiertos, y, nos escondimos detrás de un viejo árbol.
Cuando todas las sombras formaron un círculo perfecto, la luz blanca estalló en mil pedazos. Cada uno de los pedazos salió disparado hacía una sombra determinada. Cuando el efecto fue reproducido en todas las sombras, una nube negra se formó donde antes se encontraba la luz y empezó a absorber a las sombras.  A medida que se iban absorbiendo, un cuerpo humano aparecía, de piel cetrina y cabellos negros. Después una espesa barba negra crecía sobre sus caras. La transformación era muy lenta y parecía muy dolorosa.

jueves, 2 de junio de 2011

Camino hacia la luz

Llegar hasta aquella pequeña luz era más complicado de lo que pensaba. Cuando más me adentraba en el bosque más espeso se volvía. Los árboles eran más grandes y sus poderosas raíces sobresalían por todas partes constituyendo una trampa mortal. Además la neblina grisácea que se estaba formando no ayudaba en absoluto. Intentaba no caminar muy deprisa porque el pequeño ser cada poco tiempo se paraba, y, miraba detrás triste. Echaba de menos a su madre, pero había tomado una decisión, así, que seguía adelante con ella. Tan pequeño y tan valiente, era una actitud digna de los mayores guerreros.
Anduvimos toda la noche, tan solo hicimos dos descansos de escasos minutos. El pequeño ser siempre se acercaba a mi, y me cogía con firmeza de la pierna. A mi me daba la sensación de que eso le daba seguridad  y tranquilidad.
Después de una noche dura; de muchas caídas y de muchos ruidos extraños, estaba deseando que llegase el amanecer para tener un poco de visibilidad. Pero mi frustración fue máxima cuando llegó el amanecer y el sol apenas brilló. La neblina grisácea llegaba hasta el cielo e impedía toda visión. Eso no debía ser una buena señal, algo malo estaba presagiando.
Seguimos avanzando sin descanso, aquella luz que habíamos visto hacía tantas horas parecía que se estaba aproximando. Se lo señalé al pequeño ser, el cual, me miró con unos ojos muy atentos pero llenos de desconfianza. Mientras le estaba explicando la situación, giró violentamente la cabeza hacia el cielo; yo también miré inquieto. Me tiré al suelo instintivamente, en señal de protección. Una sombra negra estaba sobrevolando por encima de nosotros y se dirigía hacia aquella luz.

miércoles, 1 de junio de 2011

Compañero

Intenté dialogar con el pequeño ser aproximadamente una hora, pero no entraba en razón. Seguía aferrado a mi pierna con fuerza. Empecé a dar vueltas sobre mí mismo, a ver si así me dejaba en libertad. Cogí tal velocidad, que todas las ramas y las lianas que estaban cerca se levantaron del suelo. Paré de inmediato, confundido por la fuerza que había cogido mi movimiento. Estaba sufriendo cambios en mi cuerpo y en mis habilidades que no llegaba a comprender.
Cuando me dejó de dar vueltas la cabeza, miré mis piernas, pero el pequeño ser seguía ahí. No se había movido ni un milímetro. No sabía que más podía hacer con él.
-¿No te vas a despegar de mi?- le pregunté , a lo que me miró con los ojos muy abiertos- de acuerdo- resoplé.
Recogí mi mochila y las pocas pertenencias que se habían caído y le hice un gesto al pequeño ser para que me siguiese. Se acercó a su madre, le tocó la zona dañada del vientre y con una lágrima se despidió de ella. Era una escena de lo más conmovedora. No entendía porque aquel pequeño había considerado que era necesario separarse de ella. Quizás algún día lo averiguaría.
Nos adentramos en el bosque otra vez, en aquel laberinto sin escapatoria. A los pocos segundos, a lo lejos una pequeña luz brilló.