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lunes, 2 de marzo de 2015

La Kriticona- Reseña Literaria

La Kriticona es periodista y crítica literaria. Su blog es increible y ampliamente seguido en muchos países. Siempre sincera y mordaz, no se corta de decir sus opiniones más sinceras sobre cada libro que lee. 
Muchas gracias Patricia- Kriticona por haber leído El Bosque Sin Luz y haber realizado esta crítica.



jueves, 6 de octubre de 2011

La luz guía

Aquella mano seguía en mi campo de visión. Intenté alcanzarla, pero cada vez que me movía escuchaba el aterrador aullido de los seres atrapados en el hielo. Debía llegar hasta el cuarto fantasma. Era mi deber. Alargué la mano. Un tacto frió me congeló. Comencé a viajar en el tiempo. Pero yo no quería. Cerré mi mente. La bloquee con un muro de hielo. No era suficiente, me imaginé fuego. Coloqué una serie de trampas mentales para que no llegase a mi esencia. Era complicado, agotador. Me estaba consumiendo mas rápidamente. La mano se estaba dispersando, debía cogerla antes de que fuese demasiado tarde. No podía dejar que se fuese.
Toqué algo. Quizás tan solo en mi imaginación. Quizás en mi desesperación, pero sujetaba algo. Me aferré a ese pensamiento. Mi cuerpo cayó al agua. Tragué mucho líquido. Mis pulmones se llenaron, me estaba ahogando. El fantasma todavía quería llevarme a aquel viaje. Yo no quería permitírselo. Oscuridad. Algo de luz, una figura distante. Oscuridad. Abrí los ojos a duras penas. Cogí aquella mano. Oscuridad. Abrí nuevamente los ojos, veía luz al fondo. Era como un túnel cilíndrico, con una luz al final. Quería llegar a aquella luz. Corrí veloz. Noté como mi cuerpo era arrastrado contra las rocas. Algunas se me clavaron en los músculos pero no me importó. Tan solo quería la luz. Me obsesioné con ella. Oscuridad otra vez. Dolor, estaba magullado, mi mente estaba al límite. Mis sensaciones eran inexistentes.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Hemorragia de malas energías

Me desperté con un dolor de cabeza intenso. Salía de mi espalda, y escalaba hasta la última terminación nerviosa de mi cerebro. Allí estallaba en mil pedazos y se repartía por mi cuerpo. Me tuve que sentar muy lentamente. Me apoyé contra una pared. No podía abrir del todo los ojos. Tan solo una consumida luz entraba por el borde de mis pupilas. Afiné mis oídos. No se escuchaba ningún ruido en las cercanías. Eso era buena señal.  Con  aquella relativa calma los músculos se me destensaron poco a poco. Levanté las manos, y me las coloqué sobre la cabeza. La concentración no era algo que fuese fácil en aquellos momentos. No podía rendirme, debía intentarlo. Hice fuerza. La bomba nuclear de mi cabeza estalló y se propagó nuevamente hacia el resto de mi cuerpo. Era una hemorragia de tormentosas imágenes y malas energías. Conseguían formar en mi sangre pequeñas burbujas de presión. Las pequeñas detonaciones de aquellas burbujas cumplían bien su deber. Dolor.
Propagué todo hacia mis manos. De alguna milagrosa manera conseguí que empezasen a brillar de forma leve. Por el momento debía ser bastante. A pesar del miedo de aquella bomba intenté concentrarme otra vez y una nueva ola de energía llegó a mis manos. Esta vez cogieron más intensidad y consiguieron calmar el dolor de mi cuerpo. Hasta que no se produjo un tercer estallido, no conseguí calmarlo del todo. Respiré profundamente.
Abrí los ojos con mucha cautela. Enfrente de mi encontré al pequeño ser. Sonrió al ver que más o menos me había recuperado. Se acercó a mi y me dio una raíz. Me instó a que me la comiera. Enseguida me sentí mejor. Por fin me encontraba en plenas facultades para interactuar con mi entorno. No sabía donde estaba. A mi alrededor había enormes piedras. Todas ellas estaban colocadas de forma simétrica. Era una pequeña sala circular de la cuál salían muchos pasillos. Miré al techo, también era de piedra. Me quedé pensativo. No recordaba como había llegado hasta allí. Tan solo venían a mi mente imágenes de lodo. De como me tragaba y me dejaba sin oxígeno. Después de eso, sentí una libertad inesperada. Y ahora que estaba despierto, lo único que me rodeaba eran densos bloques de piedra. De alguna manera habíamos alterado las leyes de la naturaleza. Habíamos encontrado la entrada hacia algún sitio que todavía no sabíamos que era. Observé los pasillos, no sabía que camino escoger.

viernes, 19 de agosto de 2011

Camino hacia el centro del bosque

Igual que llegaron los caballos blancos, se fueron.  No sabía de donde eran, pero, era una lástima que aliados tan valiosos desapareciesen en el horizonte. Intentaron volar junto con las nubes bajas para no ser descubiertos hasta que al fin, pudieron perderse en las alturas del cielo.
Los druidas se convirtieron en sombras, y, también se fueron. Llevaban consigo a sus muertos, debían darles un enterramiento digno de su condición. Aquella ceremonia duraría unos días, así que nos íbamos a quedar en la más absoluta soledad. Nadie a quién recurrir, cuando el peligro de muerte volviese a llamar a nuestras puertas.
Después de comer algo y relajarnos, decidimos continuar nuestro camino. Cuando nos levantamos, los diablillos hicieron su aparición.  Me extrañó que no hubiesen desaparecido junto con la mujer del árbol. Intenté hablar con ellos, pero no me hacían caso. Tan solo se dedicaban a jugar y a saltar de un lado hacia otro. Al final me cansé y dejé de prestarles mi atención. Nos pusimos en marcha, el caballo de fuego había adoptado otra vez las tonalidades oscuras para pasar desapercibido.
-No tienes la sensación de que los árboles son más oscuros aquí?- le pregunté al pequeño ser.
- Es cierto, están más infectados- me contestó mentalmente. Aquel restablecimiento de conexión me llenaba de tranquilidad- si mis cálculos no fallan nos estamos acercando hacia la parte central del bosque. Es una de las zonas más peligrosas, no se sabe exactamente que hay allí, pero las leyendas cuentan que torturas inimaginables esperan a quién se atreve a adentrarse- dijo mirándome a los ojos fijamente.
-Entonces, ¿hasta ahora estábamos en la periferia?- pregunté atónito.
-Sí,  tan solo era el extrarradio- y dicho esto cortó la conexión.
Me quedé inquieto por aquella afirmación. Un nudo se formó en mi estómago, si aquellas leyendas eran ciertas, tan solo habíamos atravesado la parte fácil del camino.  Lo que nos esperaba no sería nada bueno y aquello no presagiaba nada bueno. 

jueves, 18 de agosto de 2011

El respiro final

Todo estaba en la más profunda quietud. Ni siquiera el viento se atrevía a mover alguna pequeña hoja. Todos los presentes nos habíamos quedado vigilantes. No confiábamos en aquella situación. Un sentimiento de culpabilidad revoloteaba en el ambiente. Uno de los caballos blancos se acercó al maestro druida. Este seguía inconsciente, la lucha con la hechicera había mermado todas sus fuerzas. El caballo colocó su prisma encima del pecho del maestro. Empezó a cambiar de color; de transparente pasó a un aguamarina magnético. Desprendía pequeñas luces plateadas que se filtraban por los poros de su piel. Cuando hubo terminado se levantó y se alejó hacia los demás caballos. El pecho del maestro se empezó a mover con regularidad, y su respiración se volvió menos trabajosa. Sus ojos se abrieron y empezó a toser violentamente. Se estaba recuperando poco a poco. Desaparecida mi preocupación por el, observé a todos, pero ninguno resultó gravemente herido. El pequeño ser, me cogió de la mano para que me acercase a ellos.  Instaló mis manos encima de los cuerpos de los heridos. Empezaron a brillar débilmente. Ya que no eran heridas muy profundas, se curaron fácilmente.
Me acerqué a los druidas, pero lamentablemente para algunos era demasiado tarde. Entre la batalla con los cuervos y esto habían caído seis hombres. Aquello no podía volver a ocurrir. Demasiadas bajas en tan solo dos batallas.
Intenté mirar para otro lado para reprimir las lágrimas. Habían dado la vida por mí y yo no podía curarles. Les había defraudado. Me concentré en la imagen que tenía enfrente. El pequeño ser estaba mirando fijamente a la dama del árbol. Los pequeños diablillos estaban a su lado también. Me acerqué a ellos a ver si podía sacar algo en claro.
-¿Quién eres?- pregunté a aquella mujer.
- Soy la ninfa del árbol, y tú me has despertado- contestó.
-¿La magia roja de mis manos fue la que te despertó?- la pregunté orgulloso.
-Si, llevaba dormida tantos años que ya no reconocía a los seres que me rodeaban- sonrió- Estoy en deuda contigo, pero no creo que me pueda quedar mucho más, estoy agotando mis energías. La oscuridad tiene un poder demasiado fuerte- empezó a tornarse a color rojo oscuro para pasar a violáceo.
-¿Los demás árboles son como tú?-  la pregunté.
-Si Erwan, todos son como yo, pero las ninfas duermen profundamente y no podrán despertar a menos que vuelva la luz- parecía muy triste mientras decía estas palabras- Balder y tú debéis tener cuidado, algunos árboles están tan infectados que al final sus ninfas murieron. Ahora están habitados por monstruos oscuros de alma negra- dijo mientras se esforzó en dar su respiro final. Seguidamente se convirtió en el árbol oscuro y quieto que había sido antes.