Me desperté con un dolor de cabeza intenso. Salía de mi espalda, y escalaba hasta la última terminación nerviosa de mi cerebro. Allí estallaba en mil pedazos y se repartía por mi cuerpo. Me tuve que sentar muy lentamente. Me apoyé contra una pared. No podía abrir del todo los ojos. Tan solo una consumida luz entraba por el borde de mis pupilas. Afiné mis oídos. No se escuchaba ningún ruido en las cercanías. Eso era buena señal. Con aquella relativa calma los músculos se me destensaron poco a poco. Levanté las manos, y me las coloqué sobre la cabeza. La concentración no era algo que fuese fácil en aquellos momentos. No podía rendirme, debía intentarlo. Hice fuerza. La bomba nuclear de mi cabeza estalló y se propagó nuevamente hacia el resto de mi cuerpo. Era una hemorragia de tormentosas imágenes y malas energías. Conseguían formar en mi sangre pequeñas burbujas de presión. Las pequeñas detonaciones de aquellas burbujas cumplían bien su deber. Dolor.
Propagué todo hacia mis manos. De alguna milagrosa manera conseguí que empezasen a brillar de forma leve. Por el momento debía ser bastante. A pesar del miedo de aquella bomba intenté concentrarme otra vez y una nueva ola de energía llegó a mis manos. Esta vez cogieron más intensidad y consiguieron calmar el dolor de mi cuerpo. Hasta que no se produjo un tercer estallido, no conseguí calmarlo del todo. Respiré profundamente.
Abrí los ojos con mucha cautela. Enfrente de mi encontré al pequeño ser. Sonrió al ver que más o menos me había recuperado. Se acercó a mi y me dio una raíz. Me instó a que me la comiera. Enseguida me sentí mejor. Por fin me encontraba en plenas facultades para interactuar con mi entorno. No sabía donde estaba. A mi alrededor había enormes piedras. Todas ellas estaban colocadas de forma simétrica. Era una pequeña sala circular de la cuál salían muchos pasillos. Miré al techo, también era de piedra. Me quedé pensativo. No recordaba como había llegado hasta allí. Tan solo venían a mi mente imágenes de lodo. De como me tragaba y me dejaba sin oxígeno. Después de eso, sentí una libertad inesperada. Y ahora que estaba despierto, lo único que me rodeaba eran densos bloques de piedra. De alguna manera habíamos alterado las leyes de la naturaleza. Habíamos encontrado la entrada hacia algún sitio que todavía no sabíamos que era. Observé los pasillos, no sabía que camino escoger.
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