Estaba jadeando. No lograba volver a la calma. Todas aquellas reflexiones eran inquietantes. Cuando conseguí abrir los ojos me di cuenta de que me había dado un duro golpe en la cabeza. Me tanteé y mi mano se llenó de sangre. Me tenía que curar cuanto antes. Apenas tenía fuerzas para levantarme. Invoqué la fuerza a mis manos. Tenía que conseguir que el proceso de curación fuese rápido. Un débil brillo verde apareció. Lo coloqué sobre mi cabeza. Enseguida comencé a sentirme mejor. Mis huracanes mentales habían desaparecido.
Poco a poco, me incorporé y miré a mi alrededor. Escuché nuevamente la dulce melodía. Quise seguirla. Era embriagadora. Quería quedarme en aquel estado de ensoñación eterno. Justo en el momento en el que me iba a dejar llevar por todo ello, vi al pequeño ser. Estaba malherido y apenas respiraba. Desperté en el acto. Aquello era mucho más importante que mi propia sensación de bienestar. Fui corriendo hasta su posición. Asks estaba tumbado a su lado. Estaba débil, pero se recuperaría. En cambio, el pequeño ser necesitaba una cura inmediata. Siguiendo un impulso cerré los ojos y coloqué mis dos manos encima de él. Un cántico muy grave salió de mi garganta. Respiré profundamente. El aire llenó enteramente mis pulmones. Aquel canto llenó toda la estancia y acalló la dulce melodía. Me llenó de energía y positivismo. Mis manos se encendieron. Primero adquirieron su particular tono verde, para después cambiar a rojo. El color se fue oscureciendo hasta adquirir la misma tonalidad que la sangre del pequeño ser. La herida era profunda. Se podía ver como la sangre empezaba a renacer y regenerarse. Parecía un río en pleno nacimiento. Salvaje e indomable. Muchos pequeños capilares rotos se empezaron a juntar. El calor de mis manos estaba realizando la labor de reconstrucción. Mientras, el pequeño ser seguía inconsciente.
El proceso de renacimiento era tedioso y doloroso. En cierta manera era bueno que el pequeño ser estuviese inconsciente. Probablemente no habría podido resistir toda la sanación. A pesar de que pasé mucho tiempo proyectándole mi energía, la herida no quería cerrarse. Había perdido mucha sangre y los brotes de nueva vida eran complicados.
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