Mis pasos hacia esos ojos eran pequeños pero firmes. Si había llegado mi final, lo debería asumir. Pero seguían ahí estáticos, sin parpadear. Cuando estaba a pocos centímetros de distancia me paré en seco y observé. Pero nada cambiaba. Cogí una liana y aparté las altas hierbas y todo lo demás que cubría aquellos ojos.
Mi sorpresa fue enorme cuando me encontré con una cría de extraña especie. Era parecido a un humano, pero de piel muy oscura y muy peluda. Sus ojos, al igual que sus orejas eran muy grandes y tenía dos pequeños colmillos. Fue la primera vez que se movió. Se acercó a mí con mucho cuidado. Nunca había visto nada igual, me quedé mirándolo hasta perder la noción del tiempo. Parecía muy inofensivo.
Repentinamente cerró los ojos y mostró sus colmillos, mis sentidos se pusieron alerta. Algo estaba pasando, pero todavía no sabía el qué. Un aullido llegó a mis oídos. Eso era mala señal, mi tensión empezaba a subir. No había sido buena idea acercarme a ese pequeño ser, un aullido, muy agudo empezó a aproximarse a toda velocidad.
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