Me di la vuelta para comprobar donde se encontraba el pequeño ser. Fue un microsegundo, pero una de las bestias se acercó y me dio un zarpazo en la cara. Noté como la sangre caliente empezó a resbalar por mi mejilla. Aquello me enfureció más. No iba a dejar que aquellos tiranos acabasen con nuestras vidas. Intenté correr esquivando a mis oponentes. Mis manos desnudas no iban a ayudarme en la lucha, necesitaba alguna ayuda. A pesar de que mis movimientos eran rápidos, varios zarpazos hicieron trizas algunos de mis músculos.
Al final, conseguí llegar a uno de los druidas. Me tiró un largo bastón de madera. En comparación con las poderosas hachas, parecía un juguete. Lo miré preocupado por mi vida. No tenía otra opción, dos monstruos se acercaban corriendo hacia mi. Intenté mantener la calma y concentrarme. Mis músculos ensangrentados y doloridos me pedían a gritos un alivio. Debía realizar un esfuerzo mayor para controlar mis impulsos. Flexioné las rodillas y extendí los brazos. Me quedé quieto a esperar aquellos segundos antes del combate que se hicieron eternos.
El primero vino dando saltos muy grandes, tenía una agilidad asombrosa. Intenté impactar mi arma en su estómago pero fallé y me golpeó la cabeza. Me quedé aturdido. Intenté reaccionar lo más rápido posible, el segundo soldado ya estaba allí. Blandió su hacha y golpeó el suelo. Aparté mi pie en un acto reflejo y salvé mis dedos de la masacre. El primer soldado volvió al ataque. Me giré hacia la derecha, después a la izquierda. A pesar de su fuerza, yo le ganaba en velocidad. A lo lejos me pareció distinguir al pequeño ser corriendo hacia mí.
Un nuevo salto al aire, antes de que le diese tiempo a preparar su ataque, un golpe certero en las rodillas. Soltó un grito que resonó en todo el bosque. Su armadura brilló y empezó a caer con torpeza. Le golpee en el estómago. No conseguí mucho, la armadura azul estaba muy bien reforzada. El segundo guerrero se acercó, hice movimientos de confusión. Intentaba cambiar mi trayectoria. Me agaché lo máximo que pude. Su hacha se clavó en un árbol, aproveché el momento. Le di un certero golpe en los tobillos. El primero vino cojeando, pero muy enfadado. Corrí hacia él. Imprimí fuerza a mis piernas y salté. Mi bastón se clavó en su cabeza. Cerré los ojos, demasiada crudeza. Escuché un reventón. Caí de espaldas. Sabía que detrás de mi dejaba a alguien sin vida.
Miré hacia Skule, seguía habiendo destellos azules, blancos y negros. La fuerza magnética que se estaba creando a su alrededor era espeluznante. Se estaba transformando en una burbuja que en poco tiempo los aislaría del resto. Las luces cesaron un momento. Asks, el gran felino de guerra estaba al lado del maestro druida. Los dos miraban desafiantes a Skule. La miré a ella, tenía la piel intacta, tan solo unos pequeños arañazos en su ropa. Con una mano cogió el amuleto que tenía en el cuello y con la otra empezó a lanzar un potente humo negro. Pronto toda la superficie se sumió en la oscuridad.
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