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sábado, 16 de julio de 2011

Duendes guardianes

Nos adentramos en un largo pasillo. El hielo que había formado el felino, había tenido un largo alcance. Debíamos andar con mucho cuidado para no tropezarnos. Cuando llegamos al final del pasillo, la imagen nos sobrecogió y revolvió el estómago. Había una gran muralla de hielo que impedía el paso. Estaba custodiada por dos duendes de descomunales proporciones. Ambos yacían decapitados a cada lado de la muralla. Unas profundas náuseas se apoderaron de todo mi ser.

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