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viernes, 8 de julio de 2011

La explicación

Cada partícula de mi ser comenzó a viajar. A pesar de que mis sentidos estaban intactos, no podía ubicarme. Las veces anteriores, simplemente me había desmayado o todo se había vuelto borroso, pero nunca había estallado convirtiéndome en luz. No sabía cuales serían las consecuencias.
Sentí como todo se volvía negro otra vez. Mi mente dejaba de funcionar, la velocidad del viaje iba disminuyendo. Pocos segundos después, me paré por completo. Sentía una tranquilidad enorme. Las pulsaciones me bajaban y mi corazón dejaba de bombear tanta sangre. Tenía la sensación de volver a mi cuerpo. La oscuridad entera se presentó ante mi.
Poco a poco me fui despertando.  Mi consciencia estaba intacta, pero mi cuerpo reaccionaba muy lentamente. Cuando al fin abrí los ojos vi como el pequeño ser me estaba observando preocupado. Me incorporé con esfuerzo y  me trajo un plato lleno de comida. Le miré extrañado, no comprendía de donde había sacado eso. Después de titubear un poco, comencé a comer. Era la primera vez que ingería cosas decentes desde que había salido de mi hogar. Hasta ahora solo me había alimentado de raíces.
-No podía comunicarme contigo hasta que estuvieses más fuerte- me dijo el pequeño ser mientras estaba terminando.
-Me siento mucho mejor, ¿de dónde ha salido esta comida?- le pregunté curioso.
-Estuve investigando mientras dormías. No muy lejos de aquí hay una pequeña cueva llena de comida. No se de dónde salió, ni lo que significa, pero esta en buenas condiciones. Es un poco extraño- se quedó confundido.
-Cuando me desmayé me fui a otro sitio. Había un árbol, un carruaje, un monstruo medio humano y muchos fantasmas- se me hacía un nudo en la garganta al intentar hablar sobre ello.
-Quizás tengas el don de la bilocación temporal- me dijo pensativo-  las tejedoras del destino te han podido traspasar un poco de su poder y por ello eres capaz de ver lo que pasó, lo que pasa, y lo que es probable que pase- el pequeño ser estaba muy preocupado, tanto que empezó a dar vueltas en círculos para tranquilizarse.
-¿Eso es posible?- le pregunté extrañado. Le miré fijamente pero el pequeño ser había perdido la conexión mental. No eramos capaces de tener conversaciones largas.
Muy despacio me incorporé y empezamos a caminar para adentrarnos en la cueva. Todo estaba muy oscuro y bastante húmedo. Caían gotas extrañas desde salientes del techo. Esta vez eran de un color azul celeste. A pesar de parecer inofensivas intentamos que ninguna de ellas nos alcanzase. Cuando atravesamos esta sala, la cueva empezó a cambiar. Las columnas empezaron a ser más elaboradas. Estaban pulidas y con extraños dibujos. Cuando me acerqué a mirarlas, unas extrañas llamas del mismo color que las gotas que habíamos visto antes, empezaron a surgir en el suelo y se empezaron a expandir a lo largo de todo el pasillo.

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