De una manera muy rápida, los druidas se organizaron mediante gestos. Se colocaron en un círculo y empezaron a atacar a los cuervos. Hicieron diversos remolinos para despistar a los granzilius. Con esto conseguían que las imágenes pareciesen borrosas. También hacían diversos cambios de posición. Los cuervos empezaron a lanzar fuego, pero dado el movimiento de los druidas, tenían menos posibilidades de acertar. Pero había algo que faltaba. Algo que no me convencía del todo. Empecé a mirar a mi alrededor.
No veía al pequeño ser, eso me inquietaba mucho. Me adentré en el círculo de los druidas para ver si se encontraba allí, pero no. Los remolinos de viento dificultaban mi visión. Mediante pequeños destellos de luz, que salían de mi mano, conseguí alejarme lo suficiente para ver casi todo el campo de batalla sin resultar herido. Por fin le vi.
Estaba tumbado inconsciente en el otro lado de la explanada. Un cuervo se estaba acercando lentamente hacia él con un brillo de regocijo en la mirada. Me entró pánico al pensar que le podían hacer daño o que le podía perder. Empecé a correr hacia él sin importarme el peligro. Cuando ya estaba cerca, una pequeña bola de fuego me alcanzó y me derrumbó al suelo. Me había alcanzado la pierna. Tenía una gran quemadura que me hizo chillar de dolor y me nubló la vista. Intenté mirar al pequeño ser, no podía distinguir bien la imagen. Me sentía frustrado.
Intenté aclararme los ojos, pero era en vano. Respiré profundamente, abrí los ojos al máximo y según el recuerdo que tenía de la posición en la que estaba avancé. Sentí como el estómago se me revolvía al pensar que el cuervo estaba más y más cerca a cada segundo de él. Estaba en el suelo y no se movía.
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