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miércoles, 7 de septiembre de 2011

Astillas negras

Con el pequeño ser a salvo, me sentí más tranquilo. Contemplé unos segundos la situación. Era bastante complicada, Asks no sabía que hacer con tantos murciélagos. Además, se habían dado cuenta de que nos habíamos escapado y volaban hacia nosotros. De repente, tuve una idea. No sabía sí iba a funcionar, pero estaba decidido a arriesgarme. Dejé de lado el manto de calor que me envolvía, y, salí corriendo hacia el felino. En aquella carrera sentí como la presión sanguínea me empezó a subir. La cabeza me estallaba. Cada vez me salían goterones de sangre más poderosos de ella . Querían nublarme la visión, pero, no iba a permitirlo.
El camino era medianamente corto, pero, los murciélagos me perseguían sin descanso. Intentaban por todos los medios clavarme sus largos incisivos. Los manotazos era lo único que me salvaban. Aquello no les gustó. Reaccionaron. Su cuerpo empezó a temblar y a producir sonidos extraños. Iniciaron una rápida transformación. Su pelaje se empezó a transformar en astillas negras. Ya no podría seguir mi técnica defensiva, si no quería acabar con las manos llenas de ellas.
-¡Aguantaaa!- grité con fuerza al felino.
Aquellos seres oscuros, le estaban rodeando por todas partes. No sabía que hacer, estaba desesperado. Di dos pasos más, y, me situé a su lado. Le miré a los ojos.
-Saldremos de esta- le dije esperanzado.
Poco a poco, todos los murciélagos se transformaron. Aquellas astillas les crecieron por todas partes. Eran demasiados para luchar contra ellos. Se juntaron en un círculo. Cuando formaron la perfecta circunferencia, un chillido muy agudo salió de ellos. Sus cuerpos empezaron a dividirse, y, multiplicarse. .
Respiré fuertemente y puse mi mano sobre Asks. Sentí el fuego recorriendo mis venas. Se entremezcló con dolor. La palma de la mano se me estaba quemando. Intenté ignorarlo. Era complicado. Debía obedecer a mi mente. Cuando las llamas de Asks alcanzaron mi codo, la cueva comenzó a adquirir un tono azulado.
Mientras tanto, los murciélagos no dejaban de multiplicarse.

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