Sin más miramientos el pequeño ser decidió ponerse enfrente y luchar por los dos si hacía falta. Su rival se encontraba tan solo a unos pasos de él. Debía actuar rápido. Ahora tan solo les separaba un metro. Faltaban segundos para decidir que hacer. Aquel gran animal se había parado. Parecía disfrutar de aquel momento, ya que conocía perfectamente su superioridad. El pequeño ser estaba concentrado al máximo, no se perdía ni un detalle de los movimientos de su contrario.
De repente con un rápido salto el felino se abalanzó sobre el pequeño ser, el cual logró apartarse por unos escasos centímetros. El felino no perdió el tiempo y le dio un zarpazo en uno de sus brazos. El grito del pequeño ser se oyó en toda la cueva. A mi se me partió el alma cuando lo escuché. A duras penas me levanté. Quería ayudarle pero no sabía muy bien como. Haciendo caso omiso a todo, me apoyé contra las paredes y llegué hasta donde se encontraban los contrincantes. El pequeño ser me miró esperanzado y el felino, que se había olvidado de mi, cayó en la cuenta de que primero era más fácil acabar conmigo.
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