El contorno de la figura desapareció, y dio lugar a nuevas columnas de humo negro. Se entrelazaban entre sí de tal modo que parecía que estaban bailando. La imagen de un gran felino apareció. Era negro con unos ojos amarillo. También tenía unos grandes y afilados colmillos del mismo color. Rugió con tal fuerza que las paredes retumbaron. Cuando volvió otra vez el silencio, desapareció. Me quedé confundido por la situación, pero aún así me preparé para lo peor. Mis piernas se separaron más todavía para aguantar el equilibrio en caso de envestida.
El contorno de una nueva figura empezó a aparecer. Esta vez el humo negro cesó y apareció una neblina blanca. Mis músculos se relajaron. Una figura femenina estaba creciendo ante mí. Un gran resoplido salió de mis pulmones cuando apareció La Dama Blanca.
-Me has encontrado muchacho- dijo con una sonrisa.
-¿Qué ha pasado?- pregunté señalándola a mi alrededor.
-Nos tendieron una emboscada- dijo tristemente- mi hermana , Skule vino con sus secuaces.
-¿Tu hermana? - abrí los ojos de asombro.
-Sí mi hermana. Ella no es como yo. Cayó en la tentación de la magia negra cuando era pequeña. Fue entonces cuando la perdimos del todo, ahora les sirve a ellos- salió una lágrima de su ojo izquierdo- estoy encerrada aquí mediante magias ancestrales, condenada a vagar entre el mundo de los vivos y los muertos, ya no os puedo ayudar.
-¿Qué podemos hacer?- pregunté esperanzado.
-Por mi no podéis hacer nada, pero si debéis salvar a Kaysa, mi náyade consejera. En sus manos morirá, y ella es muy especial- suplicó.
-La salvaremos- dije con convicción, aunque apenas había sobrevivido yo hasta aquel momento. No sabía cómo debía salvar a alguien si ni siquiera sabía si aguantaría vivo mucho más tiempo.
-Solo puedo hacer una cosa más por vosotros- dijo agradecida y chasqueó los dedos.
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