Aquel brillo era lo único que perturbaba los sentidos. Noté como el pequeño ser me tocó el brazo. Le miré y el cerró los ojos. Volví a mirar hacia delante y noté como me empezaron a llorar los ojos. Una energía invisible empezó a correr entre su mano y mi brazo y me llegaba directamente a los ojos. Cuando dejaron de llorar, vi una extraña visión. Todo lo que me rodeaba se había vuelto de un color más claro. El pequeño ser me estaba dando en aquel momento parte de su visión.
Miré a lo lejos y me concentré en el brillo. Todo se fue volviendo más claro por momentos. Me concentré y mantuve la vista fija en aquella zona. Instantes después se empezó a materializar de donde procedía aquello. Un pequeño ejército se encontraba ante nosotros. Eran ocho seres extraños. Nunca los había visto. Eran de mediana estatura pero muy corpulentos. Una armadura de color azul metalizado cubría un peludo torso. Su boca estaba compuesta por dos cuernos muy poderosos y tenían un ojo en la frente que se movía constantemente. Sus manos eran grandes y llenos de escamas, lo mismo que sus pies. Tragué saliva. Tenían una constitución muy fuerte como para enfrentarse a ellos.
En el centro una mujer vestida de negro movía los brazos animadamente. Iba vestida de negro. Tenía una tez muy pálida, casi enfermiza y grandes rizos negros caían sobre sus hombros. No conseguí ver más por que el pequeño ser cortó la visión y recuperó su energía.
Me escondí como pude en aquel árbol. Si nos descubrían estaríamos perdidos. El corazón me empezó a latir a una velocidad desorbitada. A pesar de intentar tener una actitud positiva, el mal presentimiento se apoderaba de mis sentidos. El miedo me entumeció los músculos.
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