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lunes, 17 de octubre de 2011

Parálisis

De la nada apareció el pequeño ser. Levantó las manos hasta alinearlas con su cabeza. Lo hizo todo con un movimiento muy lento. Se estiró lo máximo que pudo. Repentinamente bajó los brazos hasta abajo y se agachó hasta formar una bola. Una luz se proyectó encima de su cabeza. Adoptó la forma de una perfecta circunferencia. Empezó a girar sobre sí misma y se precipitó contra las algas.
En cuanto tocó la primera, la bola se hizo añicos. Se expandió por toda la superficie y se adentró en el campo de algas. Estas se quedaron inmovilizadas. Parecía como si se hubiesen dormido y tan solo se dedicasen a flotar en el aire. Se movían a poca intensidad. El alga que quería atacarme volvió a su lugar de origen. Miré a los demás. Se encontraban en buen estado. Kaysa bajó la guardia. El arco que tenía en las manos desapareció. El mio en cambio permaneció en mis manos.
-¿Por qué sigue aquí este arco?- pregunté a la náyade.
-Eres el arquero real- me contestó Kaysa sorprendida por la pregunta.
-El arquero ¿qué?- inquirí- no se utilizarlo, ni tan siquiera se como se sujeta- la contesté indignado.
- Eso va a ser un problema entonces- parecía preocupada- tu fuiste predestinado como el arquero salvador, Erwan es lo que significa- frunció el ceño- debemos ir a buscar tus flechas-.
-Pues vamos mal entonces- refunfuñe por lo bajo para que no me escuchase.
Para evadirse de aquel contratiempo comenzó a nadar de manera elegante. Nos hizo un gesto para que la siguiésemos. El agua era su medio natural, así que adquirió tal velocidad que apenas eramos capaces de verla. No la había preguntado hacía dónde nadábamos, me imaginé que íbamos a buscar las flechas que nombró justo antes de empezar a nadar. Procuré concentrarme en todo lo que nos rodeaba. Nadábamos muy pegados al fondo, con lo cual había todo tipo de vegetales marinos. Por desgracia, lo que un día seguramente fue colorido y lleno de vida, ahora era negro o grisáceo. Los pequeños animales que salían de allí eran de color blanco, con grandes ojos rojos. Normalmente no nos hacían caso. Ni siquiera nos miraban cuando pasaba a su lado y movía las plantas marinas, haciendo que saliesen de su hogar. Aquel era un mundo muy extraño, totalmente diferente al mio.

1 comentario:

  1. Hola, aqui te llega una valiente XDXD...... Encantada de que hayas visitado mi blog, aqui te devuelvo la visita, y por supuesto que te afilio. Besos.

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