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martes, 30 de agosto de 2011

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Mi cuerpo estaba pegajoso. Aquella masa viscosa de tierra intentaba infiltrarse en mi piel. Intenté que el oxígeno aguantase el máximo tiempo posible en mis pulmones. Intenté mover los brazos para salir. Nada.  Aquella ciénaga parecía tener vida propia. Cuanto más me movía, a más velocidad caía hacia el fondo. Intenté quedarme quieto, pero entonces mi angustia aumentaba. Mis fuerzas vitales estaban aminorando sus constantes. Intenté mirar a mi alrededor, pero la oscuridad era espesa.
Estaba perdiendo el conocimiento. Estrellas fugaces aparecían ante mis ojos. Aquello no debía de ser buena señal. Las estrellas impactaban contra el bosque y todo empezaba a arder. Esperaba que solo fuese fruto de mi imaginación. Deseaba que no fuese una premonición. Estaba divagando. Viajando por mi subconsciente.
Cuando dejé de poder distinguir la realidad de mi propia ficción, noté algo inesperado. Mis pies empezaron a bailar en un espacio vacío. Poco a poco, aquella sensación fue subiendo al resto del cuerpo. Primero mis rodillas, y luego mi cadera entera. Momentos después el único que quedaba preso de aquella viscosidad era mi cuello y mi cabeza. El resto de mi cuerpo colgaba y se movía. Igual que la hoja de un árbol. Como si se derrumbase un barranco, mi cabeza quedó libre y mi cuerpo cayó a mucha velocidad. Me caí encima de algo duro. El golpe que sufrió mi cabeza fue decisivo para que perdiese el conocimiento. Oscuridad.

2 comentarios:

  1. Muy bueno el blog y la historia es espectacular, te afilio ¿Haces lo mismo? Visítame en http://www.lascosasdeailec.blogspot.com/

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  2. Muchas gracias por tu comentario!! :), ¿te lo has leído entero?, me alegro mucho que te guste.. todavía queda mucho bosque por conocer así que espero que sigas disfrutando del viaje!.
    Te afilio este finde ;)
    Un saludo!

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