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sábado, 20 de agosto de 2011

Camino tétrico

Iniciar nuevamente el camino se me hacía muy complicado. Más aún ahora que sabía que lo que nos esperaba podía ser peor que lo que habíamos vivido hasta ahora. Encontramos un camino estrecho por el que avanzar. Los árboles cada vez eran más altos y el paisaje más oscuro. Tapaban incluso la leve luz de la luna que intentaba penetrar entre sus hojas. Por suerte mis ojos eran claros y podía captar mejor aquellos insípidos destellos de luminosidad.  Las ramas de algunos árboles estaban rotas y parecían espectros lóbregos. Era inquietante, me sentía vigilado por alguien que se mantenía oculto. Cuando más avanzábamos, peor la sensación era. Escalofríos recorrían todo mi cuerpo y el sudor frió empañaba mi frente. Unas caras comenzaron a aparecer en los árboles. Me asusté, no sabía si era real o había sido mi imaginación. Intenté agudizar la visión, pero todo se quedó quieto. Me distraje unos segundos y miré al suelo. Luego otra vez a los árboles. La angustia corrió por mis venas. Otra nueva cara, no pude distinguirla, desapareció enseguida. Miré a mis compañeros, nadie había visto nada.

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