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miércoles, 10 de agosto de 2011

Movimientos ralentizados

Un polvo rojizo inundó toda la superficie. Se posó sobre nuestros hombros e hizo que  todos nos estremeciésemos. Aquel polvo afectó incluso a Skule y Asks, así, como al maestro druida. La mujer del árbol sonrió satisfecha, y siguió lanzando su hechizo mágico. Intenté esquivarlo, pero mis movimientos se habían ralentizado. Cada uno de mis músculos pesaba una tonelada.  Miré al pequeño ser en busca de ayuda pero también tenía problemas con sus movimientos.
Me centré en el fondo de la explanada. Mucho  más allá de los soldados. La lucha de magia se había paralizado y los oponentes se miraban desconcertados. Aquella pausa suponía para ellos un giro inesperado de la situación. Skule había perdido la ventaja que tenía porque sus enemigos se estaban recuperando de sus ataques.
Cuando volví a mirar a la mujer del árbol, los diablillos ya no se encontraban con ella. Giré la cabeza con mucho esfuerzo. Era complicado verlos, porque el aire todavía estaba cubierto por la neblina negra. Entorné los ojos para fijar más la atención en los pequeños detalles. Allí los vi, jugando entre los soldados. Dando saltos y estudiándolos minuciosamente. Ellos se divertían, pero los monstruos se enfurecían por momentos.
Concentrado en aquella imagen, me sobresalté cuando el pequeño ser puso su mano sobre mi pierna. Había superado aquel estado de ralenti. Cogió mi mano y me impregnó de su energía. Mis manos empezaron a brillar y pronto me sentí más ligero. Un pequeño destallo de energía apareció a mi izquierda. Los poderes de Skule estaban volviendo, debía aprovechar aquel instante que tenía de ventaja. Cogí el bastón y empecé a atacar a los soldados. Se escucharon gritos de asombro primero, que pasaron a gritos de dolor. Un fuerte golpe en las rodillas, otro golpe certero en el cuello. Un chillido agudo, significaba el reventón de una vena. La sangre salpicaba toda la explanada. Los súbditos de Skule se enfurecieron hasta límites insospechados. Debía actuar rápidamente, porque en cuando recuperasen sus movimientos, irían a por mí con más ahínco que antes.

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