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viernes, 12 de agosto de 2011

Refuerzos

Cogí el bastón e intenté golpear aquella maleza que había enredado mis pies. Era fuerte, pero mis ganas de escapar de allí eran infinitas. A dos soldados se los había tragado por completo. No quería correr la misma suerte. Intenté moverme con más rapidez que las enredaderas. Golpee a las que estaban cerca del pequeño ser para que también se librase de su cárcel.
Entre los dos intentamos llegar al origen. No era fácil, los diablillos nos estaban haciendo la vida imposible. Parecía como si nos considerasen sus enemigos. Por suerte, el pequeño ser me impregnó de su energía y conseguí que mis manos desprendiesen calor. La energía roja empezaba a fluir otra vez por mis venas. De esta manera conseguí controlar aquellas salvajes hojas. No las gustaba el calor, así que ya no se enredaban entre mis piernas, había logrado avanzar. Cuando llegué, empecé a golpear con el bastón fuertemente las raíces. Eran más duras de lo que pensaba y probablemente no conseguiría acabar con ellas. Pero por lo menos iba a intentar debilitarlas. Los diablillos se dispersaron y la falta de canto afectó mucho a las enredaderas. Dejaron de crecer y perdieron fuerza. Aproveché aquel momento de confusión de todos los presentes, para adentrarme en la explanada y ponerme del lado de los druidas. Estaban bastante desmejorados y su energía había mermado.
Justo cuando los soldados se disponían a atacar otra vez unos destellos de luz aparecieron en el cielo. El caballo de fuego estaba volando por encima de nuestras cabezas. No estaba solo, había dos caballos más con él. Eran de complexión mucho más pequeña y de un reluciente blanco. Sus alas tenían la misma forma que un halcón. En la frente tenían un prisma que estaba rebosante de energía. Desprendía chispas de electricidad con cada aleteo.  Se posaron sobre la tierra con un porte majestuoso y bajaron la cabeza en señal de respeto hacia los druidas.
Sin ningún tipo de miramiento empezaron a atacar a diestro y siniestro a los soldados. El caballo de fuego dibujaba en el aire figuras llenas de calor y fuego que luego impulsaba hacia sus enemigos. Después los caballos blancos dejaban salir la electricidad de sus prismas y los otros recibían importantes descargas que dejaban todo su cuerpo temblando. Aquellos monstruos intentaban defenderse como podían, pero se encontraban ante seres muy superiores. Me quedé tranquilo, los abandoné y me desplacé hacia donde se encontraba la lucha de titanes.
La fuerza de Asks estaba menguando, y el maestro no era lo suficientemente fuerte para envestir los ataques de Skule. Con los rayos y truenos que estaba lanzando Skule, había quemado los pocos árboles que habían quedado en pie. A su alrededor solo había terror y desolación. No respetaba la vida en ninguna de sus manifestaciones. Con pasos alargados me situé al lado de Asks y proyecté mis manos hacia ella. Cada una de ellas adquirió su color habitual, una dorada y otra verde. El pequeño ser estaba a mi lado, sus ojos empezaron a cambiar de color, también se estaba preparando para atacar con su magia. Potentes encantamientos salieron por su boca, y mis manos empezaron a brillar más.
A pesar de todo no eramos suficientemente fuertes, íbamos a conseguir tiempo con todo aquello. Pero no la victoria.

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